XXXVII: De vuelta a mi hogar

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Narrador Externo:

Alois Trancy estaba con Joshua y Louis almorzando en el comedor.

—Admítelo, Alois, el tapiz rojo es mejor que el verde —dijo Joshua.

—Qué asco me das —contestó Trancy.

En medio de la conversación, apareció Claude.

—Trancy —llamó la atención de Alois.

Él volteó a verlo.

—Cla... —tosió para disimular que casi le dice Claude—. Profesor Faustus.

—Acompáñeme —dijo Claude, se dio la vuelta y se fue.

Alois lo siguió.

—¿Qué pasa? —dijo Alois—. ¿A dónde vamos?

—La señorita Samantha quiere hablar con usted —contestó el demonio—. Está afuera.

Llegaron a donde estaba Samantha, ella estaba recostada sobre una pared.

—¡Alois! —dijo ella al ver que su prometido ya había llegado.

—¡Sam! —dijo el otro preocupado—. ¡Estás hablando con tu voz normal! ¡Baja la voz!

—Aquí no hay nadie, no te preocupes. Además... ya no importa mucho.

—¿Por qué...?

—Alois, tendrás que seguir con el caso sin mí —esas palabras confundieron mucho a Trancy y a Claude—. Te ayudaré en todo lo que pueda, pero ya no podré seguir infiltrada en este lugar.

—No entiendo... ¿qué pasa?

—Hoy... confirmaron mi expulsión —bajó la mirada—. Me iré dentro de una hora o dos.

—¡¿Te expulsaron?! ¡¿Por qué?!

—Los prefectos me habían invitado a una reunión con ellos ayer en el mirador del cisne. Llegué a las 16:00, cuando debía estar ahí a las 14:00. Dijeron que esa había sido una gran ofensa a ellos, por lo que me expulsaron.

—¿Sólo por eso? —Alois lucía confundido—. Qué exagerados... Pero, ¿llegaste dos horas tarde? Realmente me sorprende mucho viniendo de ti.

—No fue mi culpa. Cole fue quien me dio mal la información apropósito, me dijo 16:00, cuando en realidad era a las 14:00.

—Así que toda la culpa es de ese bastardo... —dijo enojado—. No pensé que podría odiarlo más.

—Dímelo a mí —suspiró—. Pero ya no hay nada más que hacer. Intentaré reunir información de otras formas mientras tu investigas dentro.

—No es lo único que haré. Voy a vengarte, Samantha. No permitiré que Cole se salga con la suya...

—¿Vas a vengarme...?

—Por supuesto que sí —dijo determinado—. Antes de ver por qué los estudiantes no regresan a sus casas, haré que Cole pague por lo que hizo.

。。。

Sebastian obtuvo el permiso para llevar a Samantha a su casa, por lo que encargó el carruaje y guardó sus cosas para que se fuera.

—Siento mucho que debas irte, Samuel —le dijo McMillan a Samantha en la salida.

—Yo también —contestó la otra—. Pero no hay nada que hacer. Gracias por haber sido mi amigo.

McMillan sonrió tristemente y le dio un abrazo a Samantha. Ella siguió el abrazo.

—Es hora de irse, Harrelson —dijo Sebastian con la puerta del carruaje abierta.

Samantha se separó de McMillan y se despidió. Subió al carruaje seguida de Sebastian y partieron hacia su mansión.

Ya en el carruaje, Samantha se quitó los lentes.

—Es un alivio que ya no tenga que fingir voz de hombre —habló ya con su voz natural.

—También me hacía falta oírla —dijo Sebastian con una sonrisa—. Su prometido vendrá a la mansión mañana, usó de excusa que tenía que ver a la reina, pero en realidad irá con usted para discutir el tema de Cole.

—Entiendo —dijo y se recostó sobre el asiento—. Cuando volvamos, ¿podrías darme un baño? Quiero quitarme esta ropa, aún se me hace raro usar pantalón.

—Con gusto, my lady. Le prepararé un baño de burbujas para que se relaje. Después, le prepararé un té negro y podrá descansar.

—Gracias, Sebastian...

。。。

Cuando llegaron a la mansión, el mayordomo bajó a su ama en brazos y entraron. Los tres sirvientes llegaron corriendo a la entrada para recibirlos.

—¡Bienvenida, Ojio-chan! —dijeron al unísono.

—Volvieron muy pronto —dijo Finny con una dulce sonrisa.

—No pude quedarme más tiempo —dijo Samantha con una sonrisa igual.

—¿Qué sucedió? ¿Resolvieron el caso? —preguntó Mey-Rin.

—Disculpen, pero Ojio-chan está cansada —dijo Sebastian—. Le daré un baño y luego podrá contarles todo lo que quieran.

Los sirvientes asintieron y Sebastian se la llevó al baño.

El mayordomo preparó el baño de burbujas y desvistió a su ama para que lo tomara.

—Haberme ido de ahí tiene sus ventajas —dijo Samantha mientras Sebastian la lavaba—. Alois ya no tiene porqué estar celoso, y ahí debía bañarme después que todos terminaran para que no notaran que era una chica.

—Ahora será lo contrario —dijo el demonio—. ¿Sabe? Incluso yo extrañaba verla como realmente es. Le pondré su camisón favorito y su moño rosa.

—También extrañaba vestirme así.

Al terminar el baño, Sebastian secó y vistió a la condesa como había dicho. Con un cepillo, peinó el corto cabello de Samantha y le colocó el moño.

Samantha fue a la cama y Sebastian le preparó el té.

—Té negro —dijo dándole la taza. Ella la tomó y bebió el té.

—Realmente extrañaba que me sirvieras el té en mi habitación.

—Es una linda costumbre, ¿no?

La condesa terminó su té y se recostó.

—Mañana vendrá Alois, ¿no? —dijo mientras su mayordomo la cubría con la sábana.

—Correcto.

—Le diré unas sospechas que tengo de Cole.

—Piense en eso mañana. Debe descansar por ahora, Ojio-chan.

Ella asintió y cerró los ojos. Sebastian cerró las cortinas, le dio un tierno beso en la frente y salió de la habitación. Pero antes, miró conmovido a su ama; cada vez deseaba más su alma...





























     Sé que normalmente actualizo en la mañana, pero igual xd al menos sí cumplí con la actualización del domingo ;D.
      Me gusta cuando Sebastian se comporta como un padre son Samantha uwu ¿a ustedes no?
      Gracias por leer <3 voten y comenten, ¡nos vemos la próxima semana!

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora