LXIV: Yes, My Butler

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Narrador Externo:

La planeación de la boda no tomó mucho tiempo, por no decir que no tomó casi nada. Sólo debieron esperar para que el vestido de Samantha estuviese listo. Un hermoso vestido de novia, blanco como una bella paloma.

—Te imaginé con el vestido de bodas puesto —le dijo Alois a su prometida. Ambos estaban en la habitación de la condesa, conversando bastante emocionados—, ha sido de las imágenes mentales más hermosas que haya tenido alguna vez.

Samantha se sonrojó, respondiendo con una sonrisa modesta.

—Nunca pensé que podría llegar a ser tan feliz —habló de nuevo el joven conde.

—Tampoco yo —dijo Samantha.

—No puedo esperar a verte caminando hacía mí en la ceremonia, cuando nos pongamos los anillos, cuando nos demos el beso, cuando lances el ramo...

—Sí, lanzar el ramo... —dijo, pero antes de continuar, recordó algo—. Lanzar el ramo... ¡Lanzar el ramo! ¿Quiénes estarán de invitados, Alois?

—¿Te preocupas por eso?

—Alois, no conozco a nadie ni tengo familia. No creo que el salón se llene, ¿o sí?

Alois vio a otro lado antes de contestar, como si quisiera que lo que dijera a continuación no tuviese importancia.

—Tengo a mi tío Arnold, su sobrino; el vizconde de Druitt... y seguro ellos tienen más familiares sin importancia que asistirán.

—Tienes razón... Y puede que La Reina invite a otros nobles que tengan algún tipo de relación con nosotros, ¿no es así?

—Claro. Además, seguramente nuestra boda abarque un lugar en la prensa, no será tan privado como esperamos.

—No quisiera que llegue gente que no conozco.

«Aunque realmente no conozco a nadie», pensó la chica.

—Tampoco yo. De igual manera, no quisiera que llegaran otros "familiares" míos, seguro me amargaré al verlos. ¡Lo tengo! Pidamos a La Reina que la boda sea privada y breve.

Samantha rio sarcásticamente.

—¿Crees que lo permitirá?

La esperanza en los ojos de Alois se apagó.

—Tienes razón.

—No te preocupes —Samantha habló con una sonrisa dulce—. La única importancia de la ceremonia es que seamos unidos en matrimonio, no importa si llegan muchas personas desconocidas, ignoremos todo eso. Prométeme, Alois, que no le darás importancia.

Alois fue conmovido por las suaves y dulces palabras de su futura esposa.

—Lo prometo —dijo, tomándole las manos.

—Sabio es quien sabe adónde mirar —rio.

Alois se fue acercando lentamente a Samantha. El ambiente era perfecto para juntar sus labios y formar un cálido beso, algo que hace tiempo no hacían.

El beso estuvo a punto de darse, pero una interrupción le ganó por poco. Sebastian había abierto las puertas de la habitación, haciendo que Samantha llevara allí su mirada inmediatamente.

—Sebastian —dijo ella, sorprendida.

—Oh, les pido que me disculpen por la interrupción —dijo el mayordomo, levemente inclinado con una mano en el pecho. Levantó la mirada y vio a la condesa—; pero vengo a informar que el vestido recién llegó, my lady.

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora