Narrador Externo:
Harrelson caminaba dando vueltas en la sala de la entrada de su mansión, desesperada. Su mayordomo sólo la observaba, entonces se atrevió a hablar.
—Ojio-chan... ¿por qué se encuentra tan alterada?
—¡No lo entiendo! —ella estaba claramente tensa—. ¡No viene! ¿Acaso rechazó la invitación?
—No es por quitarle las esperanzas, pero, es bien probable que el señorito ya no le tenga la confianza que le tenía antes —dijo Sebastian—. Probablemente piense que usted está usando esta oportunidad para hacer lo que no hizo ese día.
Ella ya había pensado en eso, por eso había repetido miles de veces la carta para que de esa manera Alois aceptara.
—Además —continuó Sebastian—. No se impaciente, my lady. Si no estoy mal, la hora de la reunión era a las 14:00 horas, y aún faltan diez minutos.
Samantha soltó un suspiro.
—Tienes razón —dijo.
Unos minutos después, la condesa y su mayordomo pudieron escuchar un carruaje quedándose en frente de la mansión.
—¡Es él! —exclamó la chica.
Y efectivamente, el carruaje que había llegado traía al conde Trancy y a su mayordomo. Este se aparcó y los dos se bajaron, luego subieron las gradas a la entrada de la mansión Harrelson y entraron por la puerta que fue abierta por Sebastian.
—Bienvenido, Alois —dijo Samantha. A pesar que hace apenas unos segundos estaba bastante ansiosa, ahora ante la presencia del chico estaba más tranquila y seria.
—Leí tu carta —dijo el rubio, sin siquiera saludarla—. ¿De qué querías hablar?
—¿Qué te parece si tomamos una taza de té? Así hablaremos mejor.
—Sí, no veo porqué no.
Los dos jóvenes condes se dirigieron a la sala del té junto a sus mayordomos.
Ahí se encontraban los dos, ocultando sus verdaderos sentimientos: Samantha en realidad estaba avergonzada pero bastante feliz porque él no rechazó la invitación, y Alois estaba conmovido por la invitación. Sin embargo, los dos tenían expresión seria.
Al llegar, se sentaron en una pequeña mesa y el mayordomo Sebastian sirvió el té para los dos.
—Quería pedirte mis más sinceras disculpas, conde —dijo Harrelson, bajando un poco la mirada.
Todo estaba ocurriendo como Alois quería, la invitación no había sido nada más que sólo las disculpas de Samantha.
—¿En serio...? —preguntó. Estaba feliz por eso, pero sólo expresó confusión.
—Perdí el control total de mis emociones y acciones, mi intención no siempre fue matarte. Podría decirse que has sido mi único amigo... y temía que pudieras llegar a agradarme al extremo que hicieras inútil mi contrato con Sebastian, por lo que pensé que la única manera sería haciéndote desaparecer de mi vida. Perdí tanto el control que estuve por matarte. Lo único que quiero ahora es que me disculpes, desde ese acontecimiento, he estado muy inquieta y sólo tenía ganas de decirte esto.
Está de más mencionar que nuestro Alois Trancy no esperaba más que estas palabras, sin embargo, su actitud nunca cambiaría...
—Así que era eso... Bien, si es así, te perdono —dijo.
Samantha sin duda se alegró de oír esto. Alois se levantó de la mesa y ella hizo lo mismo.
—Pero... —continuó el conde, quien parecía que aún tenía algo por decir— si te arrodillas ante mí y meneas la cola.
El rubio se estaba burlando, se puso de espaldas e imitó la pose de un perro meneando la cola, para hacer humillar a la chica.
—¡¿E-Eh?!
《Este niño... ¿Por qué busco su perdón? De hecho, no lo necesito, pero me duele saber que tendría esa relación con él, además, arrodillarse por disculpas y en mi propia mansión... sería toda una humillación》pensaba Samantha.
—¿Qué? ¿No puedes? —dijo Trancy—. Entonces no te perdono —desvió la mirada.
—¡Estás más que equivocado si piensas que haré algo como eso!
—¿Aún siendo sólo una mascota de la reina no puedes hacer algo tan simple, Harrelson?
—¡Ye veremos quien menea la cola al final!
La señorita, -si es que aún se le puede si quiera considerar como dama-, se lanzó sobre el chico, para iniciar así otra pelea.
Los dos cayeron al suelo, al principio era Harrelson quien yacía sobre Trancy, pero al caer al suelo, este aprovechó el impulso y los papeles fueron invertidos.
—¡Eres una salvaje! —exclamó Alois, quien agarraba a Samantha por los hombros mientras ella le jalaba el cabello.
—¡Cállate! ¡Tú eres un infantil sinvergüenza!
Los dos herían al otro a la fuerza bruta y sin pensar si quiera en una buena estrategia. Esta parecía ser la "pelea" más inútil del año 1889.
Por otro lado, los otros dos mayordomos que esperaban en un lugar aparte, pudieron percatarse que en la sala del té se había formado un escándalo.
Inmediatamente fueron ahí. Al abrir la puerta su primera impresión fue ver la pequeña mesa tirada en el suelo, el set de vajilla de té roto en el suelo, té derramado y dos jóvenes condes inmaduros pelando imprudentemente.
—¡¿No se supone que me habías citado para pedirme perdón?!
—¡¿Cómo pedirle disculpas ahora a un mimado como tú?!
Ellos seguían peleando a lo loco en el suelo mientras que ya no quedaba rastro de orden en la habitación.
—Parecen perros y gatos... —comentó el mayordomo Faustus.
—Araña y gato —corrigió el otro.
Después de unas vueltas más, Alois volvió a estar sobre la condesa.
—¡Vamos! —dijo mientras ahora tenía a la ojiesmeralda inmóvil en el suelo—. ¡Haz lo que te digo y humíllate!
—¡Jamás! —dijo ella, y al estar privada de cualquier movimiento, sólo pudo escupirle en la cara a Alois.
—¡Argh! —que la condesa le haya escupido en la cara era evidentemente desagradable.
Inmediatamente cada mayordomo tomó a su amo, finalmente separando a los dos animales.
—Ojio-chan —dijo Sebastian con el tono más serio e intimidante que le había hecho jamás a Samantha—. Está de más decir que estos actos son de los más maleducados que pudo haber hecho, ¿acaso yo la eduqué así?
—¡¿P-Por qué?! ¡No llevas educándome ni siquiera un año!
—Y además, respondona —regañaba el mayordomo a la chica—. Yo le he enseñado a ser una dama. Parece que aún le falta mucho.
—Nosotros nos vamos —dijo Claude, quien sostenía a Trancy en brazos—. Nos veremos en otra ocasión.
—Por supuesto —dijo Sebastian.
—¡Espera! ¡No he terminado con él...! —Harrelson iba a seguir alegando, pero Sebastian le hacía una mirada que le decía que le daría un gran castigo...
Ella sólo permaneció callada y con expresión de miedo.
El mayordomo de anteojos se retiró junto con su amo de ojos celeste.
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。¿A que no se esperaban dos capítulos publicados hoy? >:3
Es una manera de decir que sí los tenía ahí guardaditos •<• pero no tenía tiempo de corregir y publicar.
Espero que próximamente ya pueda volver a publicar un capítulo semanal, haré lo posible.
No olviden votar y comentar nwn nos vemos~.
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El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]
FanfictionEl demonio Sebastian Michaelis es mayordomo ahora de un nuevo amo; mejor dicho, una nueva ama... Su nombre es Samantha Harrelson, una chica de trece años con cabello castaño y ojos verde esmeralda. Hizo un contrato con este elegante mayordomo a camb...