XXXVIII: Una actitud diferente

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Narrador Externo:

La señorita Samantha descansó lo suficiente desde el día anterior. Había dormido desde muy temprano el día anterior, por lo que no le molestó cuando Sebastian llegó a levantarla abriendo sus cortinas. Ella se despertó con facilidad, se sentía como nueva. Despertar en su habitación era evidentemente mejor que despertar en un dormitorio gigante con más camas y más personas.

—Buenos días, my lady —dijo el mayordomo preparando la ropa de Samantha.

Buenos días...

En lo que ella se estiraba y se quitaba la pereza, el demonio preparó la ropa de su ama: un vestido color rosa claro. Dejó la ropa preparada al borde de la cama y empezó a cambiarla.

—Su prometido llegará dentro de dos o tres horas —informó el mayordomo.

—Ya veo —dijo la condesa—. Entonces me dará tiempo de desayunar.

Después de alistar a su ama, Sebastian la escoltó al comedor, donde Ciel -que había estado solo junto a los sirvientes de la mansión el tiempo que Samantha y Alois estuvieron en Weston- ya estaba esperando sentado en un lugar de la mesa.

Me olvidé por completo de Ciel... pensó la chica.

—Samantha, bienvenida —dijo Phantomhive amablemente—. ¿Cómo te fue en Weston?

—Más o menos bien —contestó ella sentándose en su lugar de la mesa. Él alzó una ceja, inconforme con la respuesta de Samantha, sabía que mentía. Ella se vio obligada a desmentirse—. En realidad, no me fue bien. Alois tiene que seguir investigando dentro de la escuela solo.

—Ya veo. Al menos ya puedes volver a disfrutar de tu mansión, aunque no esté tu prometido.

—De hecho, él vendrá hoy.

Ciel se desilusionó, su expresión cambió de un segundo a otro. Pensó que podía intentar convivir con Samantha al menos un día. Para él, ella lucía mucho más agradable de lo que era Alois, así que quería darse la oportunidad de conocerla mejor.

Pero parecía imposible, era como si el destino simplemente no lo permitiera.

Cerro los ojos frunciendo el ceño, claramente molesto y decepcionado.

—Ya veo, así que vendrá hoy.

—Sí, así es, ¿acaso te molesta?

—¿Qué? De ninguna manera.

Para Samantha era obvio, pero ¿qué podría hacer? Alois era su prometido y lo amaba, no debía importarle la opinión de Ciel.

Sebastian llegó a servirles el desayuno y se quedó parado al lado de Samantha mientras comía, como había sido costumbre.

—Ciel —dijo Samantha mientras ambos comían—, ¿por qué odias tanto a Alois? Mejor dicho, ¿por qué ustedes dos se odian tanto?

—La verdad, existen varias razones. Cosas que sucedieron en el pasado aumentaron el rencor de uno hacia otro aunque se dejaran de lado las mentiras. Él solía envidiarme, y esa envidia suya me hacía odiarlo, además que me irrita su actitud.

—Puede que Alois sea extraño a veces, pero tiene sus razones. Además, es bueno si te esfuerzas en conocerlo.

—Creo que niños como nosotros con pasados oscuros ya no es algo sorprendente. Sabes, de alguna forma nosotros tres nos relacionamos.

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora