XXIX: Déjenme ayudarlos

447 45 76
                                    

Narrador Externo:

—Así que... fue eso lo que ocurrió —dijo Samantha impactada con lo que acababa de escuchar.

—Fue un acontecimiento realmente intenso —dijo Sebastian—. Al perder el alma de Ciel, no me di por vencido e inmediatamente me dispuse a prestar atención por si algún otra deliciosa alma me llamaba, y ahí le escuché a usted, Ojio-chan. Ha tenido suerte que yo ya haya estado en este mundo y no haya necesitado una invocación para que yo pudiese aparecer.

—Pero... Ciel, ¿cómo es que estás aquí ahora? ¿En dónde estuviste todos estos meses?

—Realmente no sé responder a eso —dijo el peliazul—, no recuerdo haber sentido el transcurso de todos estos meses. Sólo desperté y me dispuse inmediatamente a dirigirme a mi mansión, que parece ya no ser mía. Desperté en un campo bastante extraño, pero no me fue muy difícil encontrar un cochero que me trajera.

—Pero... ya no sigues siendo el contratista de Sebastian, ¿verdad? —dijo Trancy—. Él ahora tiene un contrato con Samantha.

—Efectivamente ya no tenemos un contrato —dijo Ciel.

—¿Entonces por qué aún cubres tu ojo con un parche? Lo hacías porque ahí estaba tu sello del contrato.

—Precisamente ahí tenía el sello. Tenía. El contrato desapareció, al igual que mi ojo.

—Ya veo, lamento la pérdida de su ojo derecho —dijo el demonio.

—Eso no importa —dijo Phantomhive.

—¿Y qué planeas hacer ahora, Phantomhive? Ya no eres el perro de la reina, ahora yo ocupo tu lugar, y todo el mundo asume que estás muerto.

—Realmente no lo sé.

—Te permitiré hospedarte en mi mansión un tiempo —dijo Samantha—. Sebastian, trata de la mejor forma al invitado durante su estancia aquí.

—Yes, My Lady —contestó el mayordomo—. Lo llevaré al cuarto de invitados, joven Phantomhive.

Ciel asintió y fue escoltado por Sebastian hacía dicho lugar. Alois se quedó solo con Samantha.

—Me ha sorprendido eso, Samantha —inició la conversación el conde Trancy—. Que seas así de bondadosa con Ciel. ¡Claro no estoy diciendo que no seas una persona bondadosa! Pero a simple vista pareciera que no te agrada.

—Y precisamente no me agrada. Pero no puedo ser así de cruel como para echarlo a la calle, no podría ser la condesa Harrelson así de maleducada.

—¿Entonces le permitiste quedarse aquí en tu mansión sólo por respeto?

—Así es. Y es que... algo en él me da mala espina y de veras no me agrada. Siendo el antiguo amo de Sebastian... no me gusta la idea que él le vuelva a servir.

—Ya veo —rió levemente—. No te pongas celosa de él, el cuello de Sebastian está atado a tu mano con un fuerte lazo, y ese es el contrato. Mira el lado bueno: él te traiciona y ya no tendrás que venderle tu alma.

—Eso es interesante —rió igual—. Pero por alguna razón si deseo que coma mi alma.

。。。

Mientras tanto, Sebastian preparaba el baño para el invitado, Ciel Phantomhive. Cuando estuvo todo listo, empezó a lavarlo.

—No pensé que algún día yo volvería a darle un baño. Más bien, nunca pensé que volvería a servirle.

—Ni yo. Parece que las viejas costumbres no se dejan.

—Pero esto sólo será temporal. La señorita Samantha es ahora mi ama, y es a ella a quien debo obedecer a la perfección, no a usted.

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora