LIII: San Valentín (Parte 4)

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Narra Sebastian:

El joven Alois es un chico muy posesivo, muy orgulloso, pero un necesitado de amor. Amor que solamente Ojio-chan puede darle. Qué buen corazón tiene Ojio-chan, darle amor a alguien con serios problemas psicológicos no lo hace cualquiera. Me queda claro que ella lo quiere mucho, y eso es de bastante beneficio para mí.

No falta mucho para que al fin pueda comerla... no falta mucho para que por fin pueda poner sobre mi lengua esa alma tan exquisita por la que estoy trabajando.

Ahora mismo esos dos están en la habitación, leyendo y comentando sobre unos cuantos libros.

Un té negro acompañado de un delicioso pastel de manzana no le vendría nada mal a Ojio-chan ni a su prometido.

Narrador Externo:

—Es una pena que sea una novela tan corta —comentó Samantha con el libro que Alois le había mostrado.

—Lo sé —coincidió él, recostado en la cama mientras sostenía el libro frente a sus ojos, abierto en una página aleatoria—. Al menos es una novela que vale la pena conocer.

—Una novela que muestra lo más oscuro que puede tener un humano, y de igual forma cómo este puede ser ocultado.

—Es curioso lo tan importantísima que es la reputación de una persona... tal como lo muestran en este libro.

—Por supuesto que es importante. Gracias a mi reputación es que soy la gata de la reina, y gracias a eso estoy comprometida contigo —sonrió.

—Tienes razón —le devolvió la sonrisa y la vio a los ojos—, y no hay nada más que me haga más feliz que saber que estás conmigo.

Ambos se vieron a los ojos. El ambiente cambió, ahora todo parecía muy romántico.

Un momento perfecto para un beso. Tanto Alois como Samantha pensaron en lo mismo.

Sin embargo, antes que pudiesen hacer algo más, llegó Sebastian. Abrió la puerta sin tocarla y se asomó a la entrada con su carrito de comida, donde solía llevarle el té a Samantha.

—Con permiso, Ojio-chan, Lord Trancy —dijo, luego entró empujando el carrito y dirigiéndose a donde ellos estaban—. Les traigo té negro y una porción de pastel de manzana para cada uno.

Sebastian empezó a hacer lo necesario para preparar el té: hechar el té en el agua, mezclar, colar...

Sin embargo, la entrada de Sebastian no fue la única interrupción...

Una silueta apareció de repente, rompiendo la ventana de la habitación de Alois Trancy. La silueta de una persona alta, cabello bastante largo y... una motosierra.

Hace bastante tiempo que no se veía a este personaje, esta persona obsesionada con el color rojo, y obsesionada con un demonio también...

Era Grell, el shinigami que Samantha sólo vio una vez, pero que había tenido bastantes encuentros antes con Sebastian y con Alois.

Nye, he, he...

Sebastian se tensó al escuchar esa risa –esa fastidiosa risa, para él– y la motosierra, no pensó que volvería a encontrarse con ese pelirrojo de nuevo.

—Por fin nos vemos de nuevo, Jim McKenn —dijo el shinigami—. Parece que hoy estás de nuevo con esa señorita... Esperen, ¡¿eso significa...?! —pasó su mirada por la habitación, hasta encontrarse con su eterno amor prohibido—. ¡Sebastian!

Hace tan sólo un rato, se veía como un peligroso ser armado de una motosierra, listo para desgarrar piel, derramar sangre... Pero ahora, se veía como una chica adolescente viendo en persona a su mayor ídolo.

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora