X: Mesa para dos

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Narra Samantha:

Los cuatro fuimos a un restaurante llamado Robert's Blend. Era una estructura grande con una entrada, donde una mesera estaba para recibir a los clientes.

—Bienvenidos —dijo la mesera, quien tenía los menús en las manos—. ¿Mesa para cuántos?

—Mesa para dos —dijo Trancy.

"Mesa para dos". Esto suena como una cita.
Esperen... ¡¿Una cita?! ¡¿Alois y yo?! ¡¿¡¿En una cita?!?! ¡¿Yo con ese aniñado?!

Él se veía muy calmado, de hecho, muy emocionado.

—En seguida —dijo la mesera—. Síganme, por favor.

La mesera nos llevó a una mesa con dos sillas, Alois y yo nos sentamos en ellas y nuestros mayordomos sólo se quedaron de pie detrás nuestra.

Leímos el menú.

《Probablemente pida una pasta》 pensé después de ver lo que contenía el menú.

—Yo quiero un espaguetti —dijo Trancy.

¡¿Acaso me lee la mente?!

—Yo quería lo mismo —dije.

Otro mesero llegó y tomó nuestra orden. Siendo un restaurante de buena comida, claramente habría que esperar mucho para que llegara. Al parecer el rubio pensó lo mismo, pues empezó la conversación.

—¿Qué es eso que lleva tu mayordomo? —preguntó Alois señalando la bolsa que Sebastian cargaba, la cual tenía la caja musical que acabábamos de comprar.

—Ah, ¿hablas de eso? Es una caja musical que recién compramos en la feria.

Narra Alois:

¿Una caja musical? Así que compraron una caja musical...

—Ya veo, así que te gustan esas cosas, Lady Samantha.

—Es raro, lo sé, pero la verdad sí —dijo sonriendo y luego tomó la caja para enseñármela—. Mira, tiene un escondite —me mostró el escondite, el cual estaba en la parte de abajo de la caja—. Aquí guardaré mis cosas secretas.

¿Un escondite? ¿Acaso tiene secretos? Si es así... ¡Quiero saberlos! ¡Saberlos todos!

—Así que un escondite —dije apoyando mi cabeza en mis manos—. ¿Guardas secretos, Harrelson? —pregunté sonriéndole pícaro.

—Todos tenemos secretos, ¿no? —dijo sonriendo y devolvió la caja a su mayordomo.

—Supongo que sí.

。。。

La condesa y yo hablamos por más tiempo. Me gustaba pasar el tiempo con ella, hace mucho que no tenía un amigo, y ella me hacía olvidar las manchas de mi pasado.

Pero había algo que hacía que mi furia fuera apenas controlable...

El maldito Claude miraba mucho a Samantha como si en lo único en lo que pensara fuera en el sabor de su alma.

¡Ni siquiera a mí me miraba así! ¡Imbécil!

Odiaba eso... a pesar que yo quería seguir ahí, no iba a permitir que Claude siguiera sintiendo esa tentación.

—¡Ah, no puede ser! —dije fingiendo preocupación—. ¡He olvidado que dejé mucho papeleo pendiente! Claude, vámonos.

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora