«Y es cuando otras personas se involucran en su destino, que se dan cuenta de que los problemas que habían atravesado a sus dieciocho años no se comparaban a los de diecinueve, y que proteger su corazón resulta más difícil que intentar salvar al mun...
Todos tomaban un descanso adecuado después de su entrenamiento. Mientras eso pasaba, Chan se dirigió hasta Changbin para comunicarle lo ocurrido, dejando de esa forma a Woojin confundido, ya que el mencionado había tenido planeado estar con él.
Bang guió a Bin a un lugar más alejado, lo suficiente para que los demás no puedan oír. Algo ansioso, el menor le rogó con la mirada para que hable de una vez.
— Antes de decirte lo que debería decirte primero . . . ¿No has notado nada raro? — cuestionó mientras miraba a su alrededor por si alguno de los instructores o del planeta mágico estaba cerca. No tenía un buen presentimiento.
— ¿Algo raro? — interrogó el menor confundido — No, ¿Por qué?
Bang negó repetidas veces para descartar aquella idea. Tal vez sólo era paranoia.
— Olvidalo. — demandó resignado.
— Como sea, líder; sólo dime lo que tengo que saber. — le restó importancia por la curiosidad que sentía.
Chan suspiró para luego asentir.
— Tu reino está contando los días para que hagas tu regreso. — indicó y el más bajo fruncio el ceño.
— Eso es lo que esperan todos de nosotros, ¿No es así?
— Tú te irás antes, Changbin.
El menor abrió levemente su boca. Miraba a distintas partes sin encontrar las palabras correctas que decir, estaba perplejo.
— Tal vez unos días antes que nosotros, no es algo realmente grave. — aclaró con simpleza; el menor negó apresurado.
— Es grave. — dijo en voz baja — Pensé que nos iríamos todos el mismo día . . . mi relación con Felix.
— Oh . . . — comentó el mayor, entendiendo su comportamiento — Lo siento mucho.
Changbin bajó la cabeza consternado, pensando en ese instante que era el único que se encontraba adolorido por la noticia. Por supuesto que ambos no sabían que un rubio los había seguido junto con Woojin, el cual había estado igual de curioso. Los dos amigos habían escuchado la mayor parte de la conversación y como era de esperarse, Felix se encontraba al borde de las lágrimas, acompañando en silencio al adolorido corazón de su novio.
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Su ataque de nervios estaba acabando con la poca cordura que llevaba consigo. Lanzó un grito al aire e inmediatamente el cielo se tornó oscuro, las tormentas eléctricas aparecieron antes que de costumbre. Estaba furioso, demasiado molesto consigo mismo, por no hacer las cosas bien a pesar de que practicaba como un loco; extrañaba su mundo, necesitaba al amor de su vida al lado y a sus amigos cerca.
Las lágrimas inundaron su rostro, y sin que se de cuenta un tornado se originó alrededor suyo, estando él en el ojo de la tormenta. Sus ojos celestes brillaban con mayor intensidad, pero a pesar de sentirse casi indestructible por fuera, por dentro estaba hecho pedazos.