Y como si estuvieran en el exterior, un tornado apareció en medio de todos los que se encontraban presentes en el lugar; aquel fenómeno, controlado por Seungmin, se llevó consigo a los tres tipos desconocidos, traspasando la pared que tenían al frente y dejando un enorme agujero deforme en la cabaña. Notó que Jeongin había mantenido un escudo alrededor de los demás, y al fin y al cabo, él tampoco lo necesitaba. Estaba acostumbrado a estar en medio del desastre y salir ileso.
— Gracias. — murmuró Hyunjin, mirándolo fijamente.
El escudo había desaparecido, y los demás miraron con cierto agradecimiento al peli marrón rojizo.
— ¡Andando! — demandó Minho mientras se dirigía a las escaleras, siendo perseguido por los menores.
En cuanto salieron al exterior fueron sorprendidos por una cantidad mucho mayor que los tres tipos anteriores.
— Oh, mierda. — se dijo a sí mismo Lee; salir de ahí volando no era una opción.
Estaban rodeados, sin alguna salida aparente, por lo que Jeongin originó una barrera aún más grande en donde todos se mantenían seguros dentro. Los tipos, que los apuntaban con unas armas, se dieron el tiempo de disparar de tres por turnos consecutivos, y como se esperaba, ninguno los llegó a alcanzar.
— ¡¡Imbéciles!! — había exclamado un hombre, el cual no traía consigo una máscara como los demás. — ¡Para él los dardos son especiales!
Y en cuanto aquellas palabras fueron dichas, el desconocido, que mantenía sus ojos fijos en Yang, tomó su arma cargada por unos dardos de contenido rosa. Apuntó a su dirección, y con una sonrisa ladina hizo presión al gatillo, y por un momento Yang se asustó, pero el sentimiento se intensificó aún más cuando observó al dardo atravesar su barrera sin problema, y sintió como si una aguja se clavara en su hombro; a los segundos sus fuerzas desaparecieron, al igual que la barrera; cayó al suelo, perdiendo sus reflejos, pero siendo atrapado por Minho y Hyunjin, evitando un mal golpe. La sonrisa en el rostro del hombre, que todos denominaban como el capitán del escuadrón, enojó a Seo, quien creó un aro de fuego alrededor de todos, con la intención de protegerlos.
Youngjae alzó su mano, en cuanto la bajara daría una orden de ataque, pero todo se detuvo; todo se sumió en un silencio nulo, y hasta la llamas de fuego dejaron su ondulante movimiento. Seungmin giró su cabeza a un lado y pudo distinguir a Jungkook, vestido con la capa negra, al lado de las llamas; lo observaba con una pequeña sonrisa de labios, pero el menor no estaba de humor, y en un intento de querer moverse se dio cuenta que sus pies estaban pegados al suelo.
— Eso no es obra mía. — informó el mayor. — Cuando detengo el tiempo tú si te puedes mover.
El menor lo miró con el ceño fruncido. Aquello era lo menos importante.
— ¿Qué es todo esto? — cuestionó desconcertado y dando una mirada rápida a su alrededor.
— SeokJin odia la desobediencia. — respondió con su manos detrás de su espalda. — Y al parecer quiere darte una lección-
— ¿Qué mierda aprenderé con todo esto? — interrogó enojado y confundido. — ¿Acaso no le bastó con haber enviado dos hechiceros aquí?
— Pues . . . — fue cortado en cuanto escuchó unos pasos a lo lejos.
Jisung se acercaba corriendo hasta donde se encontraba Seungmin, el cual miró con los ojos bien abiertos a Jungkook, éste último se quedó congelado.
— ¡Seungmin! — exclamó el menor al llegar. — ¿Quién es él? — cuestionó en cuanto vio al chico de capa parado, y sin mostrar su rostro, desapareció.
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S T R A Y : 𝒌𝒊𝒅𝒔
Fanfiction«Y es cuando otras personas se involucran en su destino, que se dan cuenta de que los problemas que habían atravesado a sus dieciocho años no se comparaban a los de diecinueve, y que proteger su corazón resulta más difícil que intentar salvar al mun...
