«Y es cuando otras personas se involucran en su destino, que se dan cuenta de que los problemas que habían atravesado a sus dieciocho años no se comparaban a los de diecinueve, y que proteger su corazón resulta más difícil que intentar salvar al mun...
Cuando todo se había salido de control, y la energía de Seungmin había salido en grandes cantidades, Jungkook sujetó a Hyunjin, evitando que el peli negro caiga del abismo. Odiaria que su pequeño amigo llegara a odiarse por sentirse responsable de una muerte inexorable. Porque sí, Jungkook había estado ahí, todo ese tiempo. Sin embargo, cuando todo había acabado, él tuvo que irse y dejar al príncipe Hwang sin más protección.
Mientras ambos caían, Seungmin trató de pegar a sí mismo el cuerpo inconsciente que caía junto con él. Sentía el frío aire envolverlos, y miles de pensamientos cruzaron su mente. Si ese era fin, cualquier persona podría decir que estaría feliz de morir abrazado a la persona que más amaba en el mundo, pero Seungmin no sentía eso; él deseaba con todas sus fuerzas que Hyunjin viva, que siga caminado rumbo a un futuro mejor y encuentre la felicidad genuina. Eso es lo que más deseaba, y lo que lo mortificaba tanto en ese momento. Pero entonces vino a su mente sus recuerdos en el planeta de hechiceros y los distintos hechizos que había aprendido a realizar gracias al libro que le había obsequiado Jungkook.
— Tsubasa wa arimasenga, tobitaidesu, mokuhyō made tonde ikimasu. — recitó con toda la fe que en ese momento necesitaba, abrazando con más fuerza al peli negro.
Entonces volaron.
Los dos juntos se elevaron al cielo como dos palomas en busca de un hogar, y aunque Seungmin no tenía experiencia con ese poder, supo dirigirse con facilidad hasta la superficie, a unos metros del viejo árbol. Ambos se echaron sobre el césped, el menor protegiendo la cabeza del peli negro, evitando alguna lesión irreparable. Lo observó acongojado, con las lágrimas a punto de escapar de sus ojos. Dejó un beso sobre su frente, cerrando los ojos en el proceso y dejando caer sus lágrimas. Pegó su frente con la de él y suspiró aliviado.
— No puedo creer que casi te pierdo. — susurró débilmente, aún afligido. Todo había pasado muy rápido.
De pronto apareció Jeongin; consternado se agachó al lado del mayor y miró con sus ojos bien abiertos al peli marrón rojizo.
— ¿Qué pasó exactamente? — cuestionó desconcertado; el mayor bajó la mirada de a poco, no se sentía con ánimos como para relatar su experiencia.
— Sólo vayamos a casa. — murmuró y el menor notó su cansancio, entonces asintió.
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El sol se mostraba en todo su esplendor. Minho tenía apoyada la cabeza de Jisung en su hombro izquierdo y la de Felix en su hombro derecho, mientras él mantenía la suya sobre su novio. Los tres completamente somnolientos. Mientras tanto, Woojin le daba sándwichs a todos los hambrientos (Chan, Changbin, Jeongin y Seungmin) mientras él comía el suyo. El líder suspiró con cansancio, no habían dormido toda la noche, y ver todo el bosque casi destruido lo hizo pensar en trabajar y aquello le causó más sueño.
— ¿Deberíamos acomodarnos como sea y dormir? — sugirió el mayor de los nueve en la sala.
— ¿Quién dormirá con Minho? — interrogó con voz somnolienta Han, mientras dejaba de recostar su cabeza en el hombro del peli negro.