°¦LIV. Más magia¦°

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Salió de la cabaña con la idea de poder refrescar su mente. No era un tonto; sabía perfectamente que Chan y Seungmin ocultaban algo, que sabían algo, y él quería descubrir el enigma.

— Esto es más complicado que reconciliarme con Minho. — admitió para sí mismo en medio de su caminata al bosque. De alguna forma, estar cerca al viejo árbol lo ayudaba a aclarar sus pensamientos.

Siguió caminando; observaba  las nubes moverse también, y como las copas de los árboles se mecian con delicadeza. Era hermoso estar en el exterior; estar específicamente en ese lugar.

— ¡Jisunggie! — escuchó una voz a lo lejos. Giró para ver a la persona que él ya había reconocido.

— Minho . . .

Pero sus palabras no lograron brotar en mayor cantidad. La sonrisa de Lee se había detenido; miró las nubes dejar de moverse y las copas de los árboles estaban inmóviles. Él trató de articular, pero se le hizo imposible. El tiempo se había detenido, pero él no lo había causado. Lo único de lo que estaba seguro era de que estaba consciente, puesto que podía ver y sabía que podía escuchar, ya que oyó unos pasos no tan lejos de donde estaba, y un hombre de capa negra se había parado frente a él; lo único que podía ver eran sus labios junto con su mentón.

— Han Jisung. — había dicho el desconocido. — Debes estar muy desconcertado ahora, ¿verdad?

Por supuesto que lo estaba, y también estaba aterrado, pero nada salió de su boca, absolutamente nada.

— Oh, que descortés de mi parte, por favor, permíteme. — después de aquello, el muchacho hizo un movimiento de manos frente a su rostro y . . . Como había dicho Chan antes, por supuesto, magia.

¿Quién eres? — fue lo primero que dijo al recuperar su voz.

— Todos hacen la misma pregunta. Pensé que sería diferente contigo . . .

— ¿Por qué pensarías eso?

— Es verdad . . . ¿por qué lo haría? — contestó con un tono de voz bastante apacible. — El único especial es el chico estrella, eso me queda claro.

— ¿Quién carajos es el chico estrella? — cuestionó desentendido. Odiaba no saber de qué hablaba.

— Sería aburrido si lo sabes ahora. — respondió el desconocido con una sonrisa ladina. — Será mejor que me vaya.

— Espera. — lo detuvo el rubio, aún sin poder moverse.

— Tranquilo, podrás moverte cuando yo no esté aquí . . .

— El tiempo. — mencionó como si estuviera apurado. — ¿Seguirá cuando se vaya?

— Tengo entendido que tu detienes el tiempo a voluntad . . . Pues, haz que prosiga a voluntad. — y dicho esto, desapareció.

Han logró moverse, pero sin tener oportunidad de detener al hombre de capa. Miró a todos lados, y todo seguía igual; el tiempo no continuaba. Rápidamente se acercó corriendo a Minho, el cual se mantenía con una sonrisa y sus ojos llenos del brillo que lo caracterizaba, que lo enamoró.

— ¡Minho! ¡Lee Minho! — gritó desesperado. — ¡Oye!

Pero no había respuesta. ¿Qué pasaría si el tiempo dejaba de correr? ¿Acaso se quedaría así para siempre? ¿Él estaría solo en medio de todo? ¿Nunca moriría? ¿Vagaria en soledad por toda la eternidad? . . . Tan sólo pensarlo, lo ponía más ansioso.

— Muy bien, Han, concentrate, debes concentrarte. — se pidió a sí mismo, pero con cada segundo el miedo incrementaba. A pesar de que intentaba una y otra vez, no lograba hacer que el tiempo vuelva a su curso normal.

S T R A Y : 𝒌𝒊𝒅𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora