«Y es cuando otras personas se involucran en su destino, que se dan cuenta de que los problemas que habían atravesado a sus dieciocho años no se comparaban a los de diecinueve, y que proteger su corazón resulta más difícil que intentar salvar al mun...
El clima no era el más adecuado. El ambiente frío lo hacía sentirse más triste que de costumbre, por lo que no era agradable del todo. Se sentó sobre la banca en espera de que el mayor se siente a su lado. Aquello pasó segundos después de que éste haya soltado un suspiro.
Hyunjin lo había citado hasta ahí con una decisión tomada en su mente, estando nervioso y ansioso por lo que pasaría después de aquella conversación pendiente hace días.
— Dime . . . ¿cómo puedo terminar de la mejor manera mi relación con Jeongin? — interrogó, expulsando al mismo tiempo su nerviosismo; el mayor lo miró no tan sorprendido, pero sí afligido.
— Entonces . . . elegiste a Seungmin. — dijo por hecho, miró hacia abajo y fruncio los labios. — Pobre Innie . . .
— Sé que no es una sorpresa. — confesó sincero. — Sabías que tomaría esa decisión en cuanto me preguntaste con quien decidiría quedarme.
— ¿Puedes dejarme fingir que no? — cuestionó Chan y el menor fruncio el ceño aturdido. — De esa forma me sentiré menos mala persona.
— Me has ayudado. — murmuró el menor. — En todo éste tiempo, a pesar de todo. — sonrió, para luego añadir — Eres todo, menos una mala persona, Chan; eres el mejor líder y amigo.
El mayor le correspondió a la sonrisa con un asentamiento.
— Bien, ya me convenciste. — el más alto soltó una risita. — Ésta conversación será un poco larga.
— ¿Por qué lo dices?
— Porque comúnmente cometes muchas estupideces, Hyunjin. — el peli negro se mostró ofendido. — Y ésta vez trataras con un corazón, así que debes ser cuidadoso.
— Si lo soy, entonces, ¿no le haré daño? — interrogó con inocencia genuina.
— No. — contestó y soltó una risa ahogada al ver su expresión. — No se puede evitar un corazón roto.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Me iré en unos malditos cinco días. — comentó con su vista fija en el techo de su habitación.
— Lo sé-
— No lo entiendo. — interrumpió el menor mientras se levantaba de su cama y miraba al mayor parado a un lado. — ¿Por qué me quiere de vuelta?, ¿No es mejor si me deja en la tierra y ya?
— El rey es-
— ¿Por qué tiene la necesidad de alejarme nuevamente de mi hogar? — lo cortó nuevamente con indignación y enfado.
— ¿Qué piensas hacer? — interrogó rendido el mayor mientras cruzaba sus brazos.
— Prefiero vivir encerrado en aquel palacio, antes de que le hagan daño a alguno de mis amigos. — confesó en voz baja; el más alto asintió, comprendía su sentimiento.