«Y es cuando otras personas se involucran en su destino, que se dan cuenta de que los problemas que habían atravesado a sus dieciocho años no se comparaban a los de diecinueve, y que proteger su corazón resulta más difícil que intentar salvar al mun...
Hyunjin no dejaba de besar su mejilla. Dejaba un beso tras otro, y al culminar cada uno sonreía al ver la expresión molesta de Seungmin. Ambos sentados en las faldas del viejo árbol, admirando las nubes en el cielo, junto con la sutil luz solar que los acompañaba en aquella tarde. El mayor buscó sus labios y al tocarlos no quiso separarse de ellos, los besó tantas veces como Min le permitía. El sentimiento de felicidad no lo abandonaba cuando estaba junto a él, sentía que de alguna forma no necesitaba nada más. Lo acercó más a su cuerpo, pues él se mantenía apoyado en el tronco del árbol y encima de él estaba el menor. Hundió su rostro en el cuello de éste y aspiró su aroma para después dejar un pequeño beso en el lugar que tanto adoraba. Seung acarició su mano y suspiró.
— Todo lo que no he hecho hasta ahora — comenzó a hablar el pelirrojo — desearía que mi primera vez en todo eso, sea contigo.
— Te prometo que será así. — murmuró el peli negro con ternura; ambos sonrieron, entendían claramente a que se refería el otro.
Había sido tan hermoso. Lástima que no todo dura para siempre, o es lo que Seungmin pensaba.
Jungkook desapareció frente a sus ojos, como alguna vez él había desaparecido frente a Hyunjin, cerca al viejo árbol, el cual estaba colina arriba, a unos metros de él. De repente sintió las ganas de ir ahí y pensar, siempre lo había ayudado, y de alguna forma quería construir nuevos recuerdos y borrar los que tenía junto con Hwang.
Comenzó con su caminata a la cima. Observaba con una sonrisa de labios como los rayos del sol acariciaban las hojas de los árboles y pasaban entre ellas. El lugar era un poco distinto a lo que recordaba y ¿Cómo no?, si él mismo lo había destruido todo cuando se fue. En cuanto había llegado al fin del bosque, se asomó a ver la copa del árbol viejo, encontrándose sin querer con una pareja dándose amor.
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Changbin sólo tenía a Felix.
Siempre se había caracterizado por tener mal humor y querer quemar todo lo que estaba a su alrededor, pero el rubio siempre le brindaba una paz inexplicable, efecto muy contrario al que tuvo cuando lo conoció. Por esa razón trataba de no separarse de él, a pesar de sentir que Felix necesitaba su espacio, algo que en ese momento se daba.
— Sólo serán unos minutos, Woojin me necesita. — informó el rubio con tranquilidad, pero el mayor tomó su muñeca con fuerza y negó. — Changbin.
— No me dejes. — rogó con la mirada. — No te vayas.
Ambos estaban sentados en la mesa del exterior. Bajo la sombra de la cabaña, y estando tan cerca de ésta, Woojin había llamado a Felix, el cual era retenido por un terco Changbin.
— Volveré, no sé porque te comportas de esa forma. — comentó hastiado; quiso soltarse de su agarre, pero éste era más fuerte; el menor dio un tirón sin saber que el agarre del contrario sería con mayor presión hasta el punto de quemarle la muñeca.