°¦XXIV. Primer amor¦°

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Reino Lee (Año 2015):

El receso no era su favorito. Ver a los niños en grupos, jugando entre ellos a distintos juegos, verlos disfrutar parte de su niñez, lo hacía sentir miserable. A pesar de ser príncipe, no tenía amigos y el vacío en su interior incrementaba según pasaba el tiempo.

En medio de sus pensamientos, agobiados en su mayoría, notó como uno de los chicos más lindos de su escuela se acercaba a él, era de quien había estado enamorado desde el año anterior. Trató de poner su mejor sonrisa, se enderezo en su asiento y observó la pequeña sonrisa que le dedicaba aquel chico, dos años mayor, parado frente a él. Éste le extendió lo que parecía ser un caramelo que Minho gustosamente aceptó; el muchacho se fue corriendo a su grupo de amigos y en cuanto se había quedado solo, nuevamente, abrió la envoltura emocionado, encontrando dentro una piedra con un papelito en donde supuestamente debía estar el dulce. Lee borró todo rastro de felicidad en su cara, fruncio el ceño mientras abría aquel papel que enrrollaba la pequeña piedra, y leyó lo que decía: "El futuro rey es un fracaso". Sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas y un nudo se formaba en su garganta; él no había pedido ser el monarca de su reino, nunca pidió siquiera nacer. No pudo evitar fulminar  con la mirada al grupo de chicos que se reían de él, como si estuvieran viendo a un payaso profesional. Miró la piedra que había dejado en la palma de su mano, ésta era irregular con puntas afiladas, la presionó con sus dedos fuertemente, pero tan sólo unos segundos, puesto que ésta le había daño a su palma, sin embargo, no podía evitar sentirse furioso y frustrado. Continuó mirando la piedra por unos segundos más, escuchando a lo lejos los distintos murmuros sobre él, y las burlas imparables. Estaba harto de eso, estaba llegando a su límite, él simplemente había agotado lo poco de paciencia y tolerancia que le había quedado esos últimos años.

— ¿Quieren que sea así? — interrogó en voz bastante baja, como para sí mismo. — Entonces . . . Será así.

Sin pensar bien en sus acciones, con su mente comenzó a controlar la piedra que tenía en su mano, y con una velocidad que jamás había visto, la filuda roca se dirigió hasta el rostro del niño que se había burlado de él, chocando cerca a su ojo derecho, o tal vez en medio, realmente no estaba seguro, pero sabía que había sido uno tan profundo que empezó a sangrar en chorros, uno que espanto a todos los niños, uno que definitivamente dejaría una fea cicatriz y arruinaria el bonito rostro que Minho alguna vez admiró del muchacho, uno que hizo lanzar un grito desgarrador en el muchacho.

Lee se levantó y tiró con furia el papel junto con la envoltura; observó como algunos profesores y varios niños se acercaban al chico herido, todo se había vuelto un caos, y por esa vez, Minho decidió irse a su aula para estar solo por su cuenta, mientras escuchaba a la lejanía el llanto destrozado de la persona a quien había hecho daño.

Abrió los ojos de golpe. Aquel recuerdo convertido en un sueño no era algo de lo que estaba orgulloso. Soltó un largo suspiro y miró a su lado, encontrando a un Jisung mirándolo curioso. Sonrió para descartar cualquiera tipo de preocupación en el contrario, buscó su mano y la entrelazó con la suya.

— ¿Tuviste una pesadilla? — interrogó el menor.

— No, sólo fue . . . Un sueño loco. — mintió, para dejar aquello de lado.

Se sentía demasiado avergonzado como para contarle tal cosa a su novio.

— De acuerdo. — dijo con una pequeña sonrisa de labios el menor. — Estuve pensando.

— ¿En qué exactamente? — cuestionó el peli negro interesado; ambos miraron el techo de la habitación aún con las manos unidas.

— Pues, en mis padres, en mi reino, en mi vida antes de llegar aquí. — respondió sincero — ¿Tú piensas en eso a menudo?

S T R A Y : 𝒌𝒊𝒅𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora