CAPÍTULO 3 - Pantera y Palomita

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Las ocho y media de la tarde y Alba aún estaba parada frente al armario intentando decidir que ponerse. Había quedado con sus amigos a las nueve para cenar tranquilamente antes de ir al Olivia y quería estar lista lo antes posible, pero se le estaba haciendo complicado. Ya había hecho la pequeña maleta que se llevaría después a casa de Alfonso y lo tenía todo listo. Sólo faltaba ella. Seguía en ropa interior con la cabeza metida en el armario rebuscando algo decente que ponerse cuando África entró a su cuarto sin llamar a la puerta, lo que le constó un susto de cojones.

-Alba, cariño, ¿qué te parece este vestido? – preguntó África apareciendo con un mini vestido lila que dejaba a la vista sus impresionantes curvas.

-¡Ay, Afri, que susto me has dado! – Contestó llevándose una mano al pecho mientras escaneaba a su amiga – Te queda de la ostia.

-¿Y tú qué haces todavía en bolas?

-Se me ha echado el tiempo encima y no sé que ponerme – dijo mirando dentro del armario de nuevo - ¿Vaqueros?

-Uf, no, hace mucho calor.

-Cierto – dijo rebuscando - ¿Este top? – preguntó sacando un top negro transparente de manga corta.

-Eso está mejor. Y esa falda de cuadros negra y verde – le dijo África señalando la prenda – A ver, pruébate y vemos.

- Venga va, te hago caso.

-¿¡Pero y esa puta pasada!? – gritó de repente África mirando al fondo del cuarto de Alba.

-¿Qué dices? – preguntó Alba sin saber a qué se refería, dándole otro susto de muerte – Me vas a matar, Afri.

-Ese cuadro de ahí me está poniendo cachonda y no sé porqué, Reche – dijo señalando el cuadro que Alba había dibujado de la morena.

-¡Oh! – Fue lo único que pudo decir mientras iba corriendo a taparlo, pues no pretendía que ninguna de sus amigas lo viese – No está acabado.

-¡Tía, no lo tapes! En uno de los mejores cuadros que te he visto. Es muy.... ¿sexual?

-No es el sentimiento que quería expresar... pero cada uno ve lo que quiere ver en el arte.

-¡Oye! ¿Qué insinúas, que soy una cerda? – se hizo la ofendida.

-¡Jaja, nunca amiga! Anda, dime, qué tal me queda esto – intentó desviar la atención mientras se abrochaba la falda.

-Estás para comerte, como siempre. Venga, termina que nos vamos pronto. Damion está de camino para que dejemos las maletas en su coche.

-A sus órdenes.

El estado de nervios que había adquirido Alba en aquellos minutos no creía que fuese bueno para su salud. Ver la reacción de su amiga ante el cuadro que había pasado horas pintando el pasado sábado mientras escuchaba su voz, le transmitía y le hacía sentir tantas cosas a la vez por dentro que aún no sabía cómo interpretarlo realmente. Aquella mirada seguía inquietándola y saber que esa noche la iba a volver a ver hacía que sus sentidos estuviesen alerta. Una vez lista, salió del baño maquillada y con su pelo ondulado y avisó a África que ya estaba preparada. Ambas entraron en el cuarto de Sabela para despedirse de ella, pues la chica se iba a quedar esa noche estudiando para poder darse un descaso al día siguiente y pasar la tarde con sus amigos en la piscina de Alfonso. Alba y África bajaron con las maletas y las dejaron en el coche de Damion para después encaminarse andando hacia el restaurante favorito de sus amigos en Malasaña. Vivir en el centro tenía sus ventajas y una de ellas era que no necesitaban coger el coche para casi nada. La noche estaba pasando rápido para Alba, que no hacía más que inquietarse cada vez que Miki hacía referencia a algo relacionado con La Jauría para contarles detalles del grupo a sus amigos. Les estaba poniendo el hype por las nubes.

GATA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora