La claridad del día se colaba por las rendijas de la persiana y comenzaba a molestarle en los ojos. Los mantenía cerrados, pero aún así podía notar aquella tenue luz a través de sus párpados. Siempre dejaba la habitación completamente a oscuras para dormir, pero la pasada noche no había sido una de sus prioridades, precisamente.
Se removió en la cama y sonrió notando el frescor de las sábanas en sus piernas desnudas, uno de los placeres de la vida. Abrió los ojos al fin, acostumbrándose a la poca penumbra del cuarto. Giró el cuerpo con cuidado de no moverse demasiado y se topó con lo que podría haber llamado una verdadera aparición divina. Alba descansaba a su lado, boca abajo y con una de sus manos bajo su cara, haciendo que se le inflase un moflete. Sus largas pestañas casi rozaban sus mejillas y su pelo rubio se repartía enmarañado sobre la almohada. Tenía parte del maquillaje corrido y los labios hinchados, pero aún así le seguía pareciendo lo más bonito que había visto nunca al despertar.
Recorrió durante minutos cada detalle de su rostro, memorizándolos y admirándolos como merecían. Se fijó en su brazo y en cómo quedaba al descubierto aquel tatuaje en su antebrazo. La palabra Soul escrita con clave de sol decoraba su blanca piel, pero realmente no tenía ni idea de lo que significaba aquel alma para ella. "Curioso... Alma, como mi exposición" - pensó Natalia esbozando una sonrisa por la coincidencia - "Tendré que preguntarle por esto algún día". Levantó la mano y con la punta de los dedos delineó la tinta con lentitud, repasando la caligrafía sobre la piel de la rubia, notando cómo se le erizaba el vello.
Natalia aún no terminaba de creerse que Alba estuviese allí, en su cama, despertando un domingo cualquiera junto a ella. Al principio pensó que estaría soñando, pero las sensaciones que permanecían en su cuerpo tras su encuentro horas atrás en esa misma cama le gritaban que aquello era totalmente real. Pero no contenta con eso, y necesitando más pruebas para su atolondrado cerebro, siguió con las caricias más allá del tatuaje, recorriendo el brazo de la rubia con cuidado de no despertarla, palpando aquella carne para terminar de creer que era de verdad. Del brazo, inevitablemente, llegó a su hombro, subiendo un poco la manga de la camiseta roja que cubría su piel. Y del hombro pasó a su cuello, blanco y apetecible como un helado de nata en verano. Se lamió los labios y, ante un pequeño movimiento de Alba y un leve gruñido que se quedó en nada , siguió con su exploración hasta su rostro, acariciando sus orejas y su pelo, las mejillas y la nariz, viendo cómo la arrugaba en un acto reflejo. Sonrió ante lo adorable que le parecía.
Si se paraba a pensarlo un segundo, aún no era realmente consciente de todo lo que había logrado en tan poco tiempo. Se había abierto hacia las personas y, lo más importante, a sí misma. Se había permitido ser la Natalia que siempre había deseado ser y gran parte de la culpa la tenía la mujer que dormía tranquilamente a su lado aquella mañana.
La miró, acariciando de nuevo su rostro, y suspiró con una sonrisa, agradecida de poder haber descubierto que sí que podía vivir de otra manera. Entonces observó cómo la rubia comenzaba a moverse, arrugando el ceño. Retiró sus caricias y esperó a que abriese los ojos para darle los buenos días, pero eso no sucedió. En cambio vio cómo abría sus labios, lamiéndoselos antes de hablar.
-No dejes de hacer eso - le pidió con la voz ronca.
Natalia sonrió de vuelta al escuchar aquella voz rasposa, de las mejores que le había oído nunca. Y mira que le gustaba la voz de Alba Reche en cualquiera de sus variantes... pero su voz de recién levantada se llevaba la palma.
Alzó de nuevo la mano y recorrió su tez blanquecina, fijándose en sus gestos, viendo asomar su sonrisa. Natalia se acercó un poco más a ella, deseosa como estaba de probar otra vez aquellos labios, y pensó en la cantidad de veces que había pensado en tener la oportunidad de vivir aquel momento. Y es que en muchas ocasiones había amanecido con la idea de la sonrisa de Alba en sus labios, así que acabó con la poca distancia que las separaba y acarició su boca, emocionada por hacer una de sus fantasías realidad.
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GATA NEGRA
FanfictionNatalia Lacunza siempre ha vivido al margen de cualquier responsabilidad que involucrase a cualquier persona que no fuese ella misma y tampoco da oportunidades a nadie para no tener que cargar con ciertos sentimientos en su vida. No sabe lo que es e...