Capítulo 41 - La espina negra

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El lunes había pasado sin pena ni gloria para Natalia, trabajando toda la mañana con Miriam y Silvia, de reunión en reunión y evitando tener que mantener ningún tipo de charla con su jefe, el cual se había presentado en las oficinas para restregar a todos que se marchaba de vacaciones de navidad a un hotel rural en las montañas con toda su familia. La morena esta de buen humor, así que prefería rehuir de su presencia para que su estado de ánimo se mantuviese intacto.

A la hora de la comida se sentó con Miriam y Silva en su mesa de siempre y disfrutó de un rato agradable con aquellas dos. Se estaban tomando ya el café cuando Lola apareció por allí, según opinaba Natalia, con sus aires de diva, dispuesta a molestar. O al menos eso era lo que pensó la morena.

-Pero si están aquí las tres mosqueteras - dijo sentándose junto a Miriam.

-Hola, Lola - respondió su amiga haciéndole sitio en la mesa - ¿Ya has terminado con la entrevista?

-¡Sí, por fin! - dijo dramática - Qué suplicio de señora, de verdad.

-¿Tan malo ha sido?

-A ver, ¿realmente a alguien que compre una revista de moda le interesa leer si es mejor que los caballos coman hierba o paja?

Se hizo un silencio mientras Lola las miraba a todas, esperando una respuesta que las demás no sabían si tenían que dar. Finalmente fue Silvia la que se decidió a hablar.

-No, creo que no.

-¡Pues claro que no! - dijo elevando la voz - Es que de verdad, porque es un mandado del jefe, si no me negaba a hacer una entrevista tan tonta.

-¿Te refieres a la marquesa que tiene un criadero de caballos a las afueras de Madrid? - se atrevió a preguntar Natalia, observando el rostro de una sorprendida Lola porque se estuviese dirigiendo directamente a ella.

-Sí, la misma. Una señorona pija cargada de joyas y un abrigo de piel. ¡Vamos, no me jodas! ¡Y luego cría putos caballos! - se exaltó Lola.

-Yo tenía la sesión de fotos para el reportaje programada para esta tarde, pero me la han pospuesto porque la señora no se veía hoy lo suficientemente preparada para ponerse delante de una cámara - bufó Natalia.

-¿Va en serio? - se sorprendió Silvia, mirándola con los ojos muy abiertos.

-Sí - asintió - Es amiga del jefe y creo... bueno, no, estoy segura de que mete pasta en la revista, así que le ha ofrecido publicitarse con el reportaje y le da todas las comodidades que quiera. Aunque nos joda al resto nuestro trabajo, claro.

-Es que cada día flipo más con este hombre - se cruzó Miriam de brazos.

-Pues me cago en su estampa, tío - gritó Lola de nuevo.

-Va, Lola, que sabemos que es lo que hay - intentó tranquilizarla Miriam - Ya está. Ya has acabado con la entrevista y a otra cosa.

-Me queda transcribirla. De que la leáis vais a flipar - aseguró gesticulando con las manos - Y tú, Natalia, si puedes hazle las fotos del perfil izquierdo. Tiene una verruga fea en el carrillo que odia y seguro que se rebota cuando lo vea.

-Lo tendré en cuenta - rió Natalia sin poder evitarlo.

-Bueno, que yo me voy, que tengo que seguir con otra historia - se levantó Lola de la mesa - Miriam, voy a necesitar tu ayuda para encontrar un contacto.

-Vale, voy contigo.

Miriam también se levantó y se despidió de las otras dos, siguiendo a Lola y saliendo de la cafetería. Natalia se quedó pensando en la breve interacción con su compañera y en cómo se le había notado en la cara que se había sorprendido por que le hablase. No la soportaba, pero eso no quería decir que la muchacha tuviese sus ratos buenos.

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