Capítulo 14 - Perdida en tus ojos

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Era jueves por la noche y todos los ocupantes de la casa en la playa se estaban preparando para salir a cenar y tomarse algo en algún garito de moda al que Dani les iba a llevar. Alba y Natalia se habían pasado los días anteriores recorriendo la isla en moto de punta a punta para que la morena conociese aquel paraíso con sus propios ojos. Incluso Alba descubrió lugares nuevos que no conocía y, como siempre, se quedó maravillada. Así que cada vez que llegaban a casa se duchaban y se tiraban en el sofá a descansar de la paliza que se estaban dando de andar, pero ambas sentían que estaba mereciendo la pena.

Alba, por su parte, notaba cómo la morena estaba cada vez más relajada con ella, se desenvolvía de manera diferente a su alrededor, con mucha más confianza, y eso la tenía contenta. Sentir que Natalia era capaz de compartir con ella cosas que no había contado a nadie jamás la hacía sentirse especial, aunque solo fuese un poquito.

Y Natalia también notaba aquella libertad en su propio ser tras aquellos intensos días junto a la rubia. Estaba descubriendo en ella una personalidad totalmente atrayente, sincera y amable que te hacía querer estrujarla constantemente; pero se contenía todo lo que podía. Se sentía a gusto con ella y, como ya se había dado cuenta, comenzaba a comportarse tal y cómo era en realidad. Aunque a veces le daba por pensar si aquello duraría cuando volviesen a la realidad, pues ahora se sentía como en una especie de burbuja, en una realidad paralela que le permitía ser así, y no sabía lo que pasaría cuando regresasen a Madrid. Pero sin querer pensarlo mucho, disfrutó cada minuto en que Alba le mostraba todas aquellas maravillas de la naturaleza, admirando a su vez la ilusión con la que la rubia vivía también aquellas emociones. Se estaba dando cuenta que era un ser maravilloso.

La morena estaba sentada en el sofá frente al televisor esperando a que los demás terminasen de vestirse para salir a cenar. Ella llevaba ya un rato preparada y se aburría sobremanera, así que se distraía con el teléfono mirando sus redes sociales. Había seguido subiendo fotos de su viaje a Instagram y las reacciones siempre eran positivas, sobre todo aquellas en las que aparecía cierta rubia. Sus amigos le comentaban entre sorprendidos y burlones por que estuviese de vacaciones con Alba y no le hubiese dicho nada a nadie. Natalia sabía de sobra que cuando volviese a Madrid le esperaban varios interrogatorios y no sabía si estaba preparada. María podía llegar a ser muy incisiva.

Seguía con la mirada fija en el móvil cuando escuchó unos tacones bajando por las escaleras. Levantó la vista para ver quién era y quejarse porque tardasen tanto, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta, al igual que el aire. Alba descendía los escalones agarrada a la barandilla mientras mantenía la vista en el suelo. Llevaba un vestido negro por encima de las rodillas y de finos tirantes que se ajustaba a la perfección a sus curvas, sandalias negras y el pelo ondulado, dándole un aire salvaje. Cuando terminó de bajar las escaleras y se encaminó hacia donde estaba Natalia, ésta pudo observar su rostro y sus labios rojos provocaron que mirase su boca sin disimulo. Vio que sonreía, por lo que alzó la vista a sus ojos, totalmente deslumbrada.

-Bueno, yo ya estoy.

Alba habló para sacar conversación e intentar que no se le descontrolaran los nervios. Desde que había visto a Natalia sentada en el sofá y cómo la miraba desde que captó su atención, le temblaban las rodillas. Se pasó las manos por el vestido intentando alisar unas arrugas que no existían, pero algo tenía que hacer para no derretirse bajo la atenta mirada que le estaba dedicando la morena. Entonces se fijó un poco más en ella y supo que no había sido una buena idea, pues notó cómo ahora no sólo le temblaban las rodillas, sino todo el cuerpo. Llevaba una falda de cuero negra que dejaba al descubierto sus interminables piernas y un simple top negro que conjuntaba a la perfección con sus labios oscuros. Sintió la necesidad de enredar sus dedos entre su pelo liso para alborotárselo un poco y darle el toque definitivo a su look para terminar de infartarla, pero se contuvo juntando sus manos y mirando de nuevo a la morena a los ojos, quien no había hablado en todo el tiempo que Alba estuvo allí de pie parada frente a ella.

GATA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora