-Si no te estás quieta no voy a poder.
-Perdona, pero es que estoy un poco nerviosa.
-Albi, soy yo... no tienes por qué estar nerviosa.
-Ya... - se mordió el labio - Pero es que nunca he hecho esto y... me da cosa no hacerlo bien.
-A ver, ¿tú confías en mí? - preguntó Natalia más seria.
-Pues claro - dijo con obviedad.
-Entonces deja de pensar y déjate llevar.
Natalia dejó un beso sobre sus labios, insuflándole algo más de confianza para que la rubia se relajase, y se apartó admirando el brillo incandescente de sus ojos. Cogió su cámara y se llevó el objetivo hacia el rostro, admirando a su rubia a través de la lente, disparando cada vez que Alba hacía algún leve movimiento.
La notaba tensa y habían parado un par de veces para intentar que se tranquilizase un poco, pero cada vez que Natalia le daba alguna indicación, la rubia se inquietaba, poniendo el cuerpo rígido y haciendo que las fotos no quedasen naturales.
Natalia no se molestaba con ella, ni mucho menos, pues no era una profesional y hacían aquello por gusto, pero entendía que ponerse delante de una cámara a posar en ropa interior no era algo con lo que muchos se sintiesen cómodos la primera vez.
Aquel domingo por la mañana de finales de abril se habían metido un poco a escondidas en el set de fotografía de la revista en la que trabajaba Natalia. Los fines de semana por allí no había nadie, así que no había problema en utilizar el espacio. Pero la rubia no estaba muy de acuerdo, por mucho que Natalia le hubiese asegurado que no había problema, y estaba en constante alerta por si eran descubiertas. Además, el hecho de estar en paños menores tampoco ayudaba. Y no porque Natalia la estuviese viendo, faltaría más, si no por esa incertidumbre de no saber si por allí aparecería alguien más.
Alba se encontraba tumbada en el suelo sobre una tela de color tierra, un par de focos de luz amarillenta enfocándola directamente y el set repleto de plantas artificiales. Maquillaje ligero, casi imperceptible, y un conjunto de lencería verde hoja que hacía que se mimetizase con el ambiente. Natalia había pensado enfocar la exposición hacia la naturaleza, ensamblando la belleza del cuerpo humano con la de la propia madre tierra. Quería llevar las sesiones de fotos a exteriores, pero era complicado tratándose de desnudos pues no siempre todo el mundo se prestaba a cosas así. Ya se lo plantearía más adelante.
Pero en aquel momento, viendo a Alba posar para ella, ayudándola a sacar las ideas que tenía en su mente hacia adelante y mirando los primeros resultados en el monitor donde iban apareciendo las fotografías, supo que las cosas iban a salir bien. Las capturas se acercaban mucho a lo que quería para la exposición, sencillas pero cargadas de simbolismo, pesando la naturalidad en un escenario completamente cuidado. Y cuanta más vergüenza perdía Alba, mejor quedaban.
Natalia se esforzaba en que se sintiese cómoda con lo que estaba haciendo, entrando en un estado de profesionalidad superior al que estaba acostumbrada cuando trabajaba en sesiones para la revista, pero necesitaba hacerlo tanto por ella como por Alba. Por mucho que ambas tuviesen la confianza suficiente como para hacer aquello sin vergüenzas de por medio no podían evitar estar nerviosas. Alba por el simple hecho de saber que estaban ocupando un espacio privado y que no deberían estar allí, además de preocuparse por posar bien para Natalia y su trabajo. Y la morena por tener delante a su rubia semidesnuda, mirándola con intensidad y teniendo que controlar las ganas de dejar la cámara a un lado y comérsela a besos por estar cumpliendo su sueño de poder fotografiarla.
"Es que está preciosa con lo que sea... como sea... es bellísima, joder", pensaba mientras seguía admirándola a través de su objetivo.
Natalia se movía por el espacio para captar los diferentes ángulos y le daba indicaciones a Alba para que cambiase de postura. De vez en cuando se acercaba a ella para moverle un brazo o una pierna, girarle el cuerpo y elevarle el rostro, momentos que aprovechaba para alargar el contacto entre sus pieles, apreciando la suavidad de la de Alba, picándole las yemas de los dedos que se quedaban con ganas de más. Pero se erguía enseguida y regresaba a su sitio, cámara en mano, y volvía a admirarla por el objetivo. Sus curvas, sus facciones, la forma en la que doblaba las rodillas, arrugando los dedos de los pies, y cómo se acariciaba a sí misma de vez en cuando, con leves roces, queriendo ser ella la que estuviese dando esas atenciones a su cuerpo.
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GATA NEGRA
FanfictionNatalia Lacunza siempre ha vivido al margen de cualquier responsabilidad que involucrase a cualquier persona que no fuese ella misma y tampoco da oportunidades a nadie para no tener que cargar con ciertos sentimientos en su vida. No sabe lo que es e...