Capítulo 39 - Un amor de girasol

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La semana había sido bastante movidita en lo que a sesiones de fotos se refería. Natalia estaba teniendo bastante carga de trabajo desde que la semana anterior los de maquetación la liasen con la colocación y, desde entonces, ella se encargaba personalmente de supervisar que todo fuese quedando como debía ser. Nadie se lo había pedido, pero sentía cierta responsabilidad con su propio trabajo. Aún así los días no se le habían hecho tan pesados, pues Silvia había resultado ser una gran ayudante. Había aprendido mucho y bien en poco tiempo y Natalia estaba convencida que, si seguía por aquel camino, podría llegar a ganarse un puesto en la revista muy pronto. O donde quisiera. Ella intercedería por la aprendiz si llegase a hacer falta, lo tenía claro.

Además, a raíz de la buena relación que mantenía con Silvia, había conseguido estrechar un poco más los débiles lazos que tenía con Miriam, ya que era la tutora sobre el papel de la chica en la revista y pasaban bastante tiempo juntas las tres. Tan sólo cuando Lola se unía a ellas para comer o hablar sobre cualquier chorrada Natalia aprovechaba para huir con cualquier excusa tonta. Seguía sin soportarla, a pesar de haberle dado alguna que otra oportunidad, pero no hubo manera. Aquellas dos no estaban destinadas a ser. Absolutamente nada.

Esa mañana tenía una sesión con una marca de joyería nacional y contaba con un par de modelos para llevarla a cabo. Había hecho ya cientos de fotos y sabía que tenía más que suficiente, pero como se había acostumbrado a hacer, le cedió la cámara a Silvia para que ella tomase sus propias instantáneas y practicase por su cuenta en una sesión real.

-Me ha gustado mucho esta sesión - dijo Silvia mientras recogían el material entre las dos - Ha sido diferente.

-¿Y eso por qué?

-Pues porque te tienes que centrar mucho más en la joya, a pesar de todo lo que la rodea. Tiene que ser el elemento principal y, no sé, supongo que no estoy acostumbrada a hacer fotos así.

-Por eso te dejo hacer las fotos que quieras, para que aprendas a hacerlas - aseguró Natalia centrada en limpiar uno de los objetivos.

-¿Y están bien? Mis fotos, digo.

-Sí, bastante bien - asintió mirándola - Cuando las veamos mejor en el ordenador de mi mesa te comento algunas cosillas que sí he podido ver.

-Vale - asintió conforme.

-Estás haciendo un buen trabajo, Silvia. De verdad - le reconoció Natalia al ver las dudas de la muchacha en el rostro - Yo no suelo confiarle mis cámaras a cualquiera, así que fíate de lo que te diga.

-Pues gracias, supongo - contestó riendo.

Natalia le sonrió de vuelta. Podía ver el potencial en Silvia y no quería que lo desperdiciase, así que haría lo posible por ayudarla a sacarlo a flote, a pulirlo. Ella sabía muy bien que las oportunidades en el sector no eran muy numerosas, así que estaba decidida a ser la madrina de la chica si hacía falta. Y pensando en aquello se le ocurrió que Alba también podría echarles una mano en aquel asunto. Si le presentaba a Silvia y su trabajo de manera formal, quizás le podría interesar para exponerlo en el museo, tal y como hizo con ella. Y a Silvia le daría un parraque, estaba segura.

Tan sólo tendría que tener mucho cuidado para que la chica no descubriese que ella era Eilan Bay, pues ya había estado en el museo con Miriam visitando su exposición para el reportaje que salía ese mismo mes en la revista y, realmente ya conocía a Alba, así que tendría que andar con pies de plomo si quería seguir manteniendo su anonimato.

-¿Sabes una cosa? - llamó su atención para contarle la ocurrencia que acababa de tener - Te voy a presentar a alguien con quien sé que te va a interesar hablar.

GATA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora