Capítulo 11 - Gatita Lacunza

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Estaba nerviosa y no lo iba a negar, porque era evidente. Se había pasado todo el día pendiente del teléfono por si Natalia finalmente cambiaba de idea, pero aquello no había sucedido. Ella había llegado aquella mañana a Menorca acompañada de su hermana y su mejor amiga y se habían instalado en casa de Dani, el amigo e Marina, descubriendo que el chico había montado una especie de fiesta bienvenida esa misma noche. Había invitado a algunos amigos que Marina conocía de otros años que había visitado la isla y la casa estaba bastante animada entre música, bebidas y reencuentros.

Alba estaba sentada en el porche del jardín tomándose un mojito mientras veía cómo se desarrollaba la fiesta junto a la piscina. Algunos se estaban bañando y otros bailaban o hablaban entre ellos, riendo y brindando. Ella había estado disfrutando todo aquello durante la noche, pero llegó un momento que necesitó sentarse un rato a descansar. El día había sido ajetreado entre el viaje e instalarse en aquel caserón junto a la playa. Según les había estado explicando Dani, su nueva y flamante casa estaba a diez minutos andando de la Cala Pedrera y aquello no le pudo parecer más maravilloso, pues su plan de pasar cada día en la playa se le facilitaba mucho teniéndola tan cerca.

Tomaba pequeños sorbos de su vaso mientras navegaba por sus redes sociales. Entró en el perfil de Natalia y vio de nuevo aquella foto que había compartido horas antes con sus hermanos diciéndoles que les iba a echar mucho de menos. A ninguno se le veía bien la cara, pero sabía que estaban felices.

No había sabido nada de ella en toda la tarde. Habían hablado esa misma mañana por mensaje antes de que Alba se subiese al avión, pero desde entonces nada más supo de ella y aquello la tenía inquieta. Natalia llegaría al día siguiente, ya que no había vuelos desde Pamplona para el domingo. Ni si quiera la había visto y ya la echaba de menos. Ni ella misma sabía qué le estaba pasando.

-Oye, ¿te aburre la fiesta?

-¿Qué? – Dijo levantando la mirada para encontrarse con los ojos verdes de Dani - ¡No, no! Es sólo que estoy un poco cansada del viaje y quería sentarme un rato.

-Ah, creía que era mi culpa- dijo el chico sentándose en la butaca que había junto a ella.

-No, para nada. La fiesta es genial, Dani – dijo ella llevándose el vaso a los labios – No tenías que haberte molestado.

-Sois mis invitadas y quería que lo pasarais bien – dijo encendiéndose un cigarro – Pero creo que tu hermana tiene más aguante que tú – dijo riendo mientras la señalaba.

Alba miró a su hermana y la vio jugando con algunos de los amigos de Dani en la piscina. Realmente la energía de Marina era inagotable, ella lo había estado comprobando a lo largo de toda su vida. Era una chica demasiado activa y a su lado cualquiera podría parecer un muermo de persona.

-Siempre ha tenido más aguante que yo, no es ninguna novedad – contestó devolviéndole la sonrisa.

-Por cierto, ¿tu amiga venía mañana? – cambió de tema dando una calada a su cigarro.

-Sí, a medio día llega el avión – dijo notando el revoltijo de nervios azotando de nuevo en su estómago.

-Tienes mi coche a tu disposición para ir a recogerla mañana, si quieres – dijo mirándola a los ojos – Así se ahorra el taxi.

-Oh, gracias Dani – dijo emocionada por verla antes de tiempo – Sí, iré a recogerla.

-Lo que sí te digo es que, si queréis ver la isla, te aconsejo que alquiléis un coche... no creo que os lo vaya a poder dejar todos los días... - dijo con cara de pena.

-¡Anda Dani, no te preocupes! Tampoco pensaba robarte el coche estos días, hombre. Bastante que nos dejas quedarnos aquí de gorra – soltó una carcajada.

GATA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora