Capítulo 54 - Las ganas

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Plantearse desde cero una exposición no era algo que hubiese hecho alguna vez y le estaba costando organizar en su mente las posibilidades sobre varios temas, como la temática, magnitud o visión que debía darle a la muestra en sí. Cuando se había lanzado y le dijo que sí a Alba para exponer Alma ya tenía las fotos y ella se encargó de organizar prácticamente todo, pero en esta ocasión las cosas eran completamente diferentes. Partía de la nada más absoluta y eso le resultaba estimulante y aterrador a la vez.

Aún no había hablado con Gotzon ni sabía lo que el chico querría de ella, pero ya había empezado a hacerse sus ideas en la cabeza, más que nada por ir preparada a una conversación que iba a tener tarde o temprano. Pero tampoco había sido capaz de esperar a hablar con Alba y que le explicase mejor lo que su amigo le había dicho para empezar a cavilar.  Así que allí estaba, sentada en su butaca de siempre en su terraza mientras se fumaba un cigarro, y un cuaderno nuevo y completamente vacío descansaba sobre sus piernas.

María salió y la observó un segundo, mirando hacia el cielo grisáceo de Madrid, y supuso que estaba esperando a la inspiración que siempre buscaba allí.

-¿Qué, alguna canción nueva? - preguntó sentándose en la butaca al otro lado de la mesa y dejando dos tazas de infusión sobre ella.

-No - negó Natalia mirándola y sonriendo al ver que le había preparado una manzanilla - Gracias, Mari.

-De nada - dijo tras soplar el líquido de su recipiente - ¿Entonces qué haces? Porque me conozco tus rituales y ese es claramente el de componer.

-¿Tengo rituales? - preguntó frunciendo el ceño, pues sabía que tenía manías para hacer ciertas cosas, pero no se daba cuenta la mayor parte de las veces puesto que ya era algo que le resultaba mecánico. Quizá María tenía razón.

-Sí. Éste, por ejemplo, de salirte a la terraza y coger una libreta. Te enciendes el cigarro y miras al cielo hasta que te lo terminas y después, sólo después, abres el cuaderno y te pones a escribir. Nunca antes.

-¿En serio? - sonrió de medio lado - No me había dado cuenta. Supongo que lo hago de manera inconsciente.

-Supongo - asintió - Pero si no es una canción lo que vas a escribir, ¿qué es?

-Es un cuaderno nuevo - lo levantó para que lo viese - Y este no es para escribir canciones. Es para otra cosa.

-¿Y no me lo vas a contar? Porque estás dando unos rodeos, guapa... - rodó María los ojos.

-Sí... pero es que es algo que no es seguro y no sé yo... No quiero gafarlo - negó mordiéndose el labio, sopesando si contarle a su amiga la oferta que le habían hecho.

-Va, morena, suétalo - se giró María subiendo los pies en la butaca y acomodándose mejor.

-Pues a ver... anoche estuve hablando con Alba...

-¡Uuhhhh! - canturreó María haciendo un bailecito con los hombros - ¡Con Albaaaaa!

-No, no va por ahí - rió Natalia levantando una mano para que parase - Es una cosa de trabajo. ¿Tú te acuerdas de su amigo el armario de Ikea?

-Sí, el mazao ese que llevó una vez al Olivia.

-Pues no sé si lo sabes, pero tiene una galería de arte y abrió hace poco. Por lo visto vio tu expo, o sea, la mía de tus fotos, y le gustó. Y según me dijo Alba anoche... quiere contar con Eilan para hacer algo en su galería.

-¿En serio? - preguntó poniéndose recta en su asiento - ¡Pero eso está de puta madre, Natalia!

-Lo sé - asintió con una sonrisa - Pero ya te digo que aún no he hablado con él ni nada. Esta tarde voy a ver a Alba y me va a explicar un poco mejor todo. Y si quiero, pues entonces Gotzon ya me llamará a mí y vemos qué hacemos.

GATA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora