Estaba nerviosa. Bueno, más bien histérica. Que Natalia le hubiese dicho que no a hacer la exposición la había sumido en bucle durante el resto del día que no la había dejado concentrarse por más de dos minutos seguidos. Había intentado pintar, pero fue misión imposible. Intentó concentrarse en otra cosa, como escribir aquellos poemas que tan abandonados tenía, pero también le resultó una tarea bastante complicada y terminó dejando el cuaderno a un lado. Parecía un gato enjaulado en casa, así que salió a pasear por las calles de Madrid, pero el calor era asfixiante y terminó entrando por las tiendas de la calle Fuencarral para aprovechar a ratitos el aire acondicionado de los establecimientos. Después de algunas compras regresó a casa y se dispuso a prepararse para salir a su encuentro con Natalia. Simplemente habían quedado para intentar convencerla de que siguiesen adelante con la exposición, pero la sensación que le producía en su interior el saber que volvería a verla en apenas una hora la tenía aún más histérica que el resto del día. No sabía ni qué ponerse, así que sacó la camisa de flores que acababa de comprarse y se la puso con unos shorts vaqueros. Quería agradarle, pero tampoco pasarse.
-¿Sales? – preguntó África desde el salón al ver pasar a Alba hacia la puerta.
-Sí, voy a tomar algo.
-¿Sola? – se extrañó África ya que no sabía de ninguna quedada por parte de sus amigos.
-No. Voy a ver a Natalia.
-Humm... ¿Natalia, eh? – dijo África moviendo mucho las cejas mientras sonreía.
-Sí, pero no seas malpensada. He quedado con ella para intentar convencerla de que haga la exposición. Esta mañana me dijo que no estaba segura – explicó Alba algo apenada.
-¿Se ha rajado?
-A ver, no era nada seguro, pero es que me ha dicho que está a tope en la revista... y que está agobiada de trabajo. En parte la entiendo, pero es que quiero exponer sus fotos.
-¿Tan buenas son? – se interesó su amiga.
-Buenísimas. Me transmitieron tantas cosas con tan sólo verlas una vez.... Quiero que la gente pueda sentir lo mismo – dijo convencida de sus palabras.
-Ya. ¿Y no será que tu enchochamiento te hace ver las cosas más maravillosas de lo que son?
-¿Qué dices? – Preguntó molesta – Sabes perfectamente que cuando se trata de trabajo todo lo demás es irrelevante para mí. Y no estoy enchochada con nada.
-Pero la conoces, eso es un factor importante que nunca te ha sucedido. El resto de tus artistas eran desconocidos para ti. Natalia no – dijo destacando la obviedad.
-Acabo de conocerla y no es que sepa mucho de ella. Así que no es relevante en absoluto – intentó convencerse también a sí misma de sus palabras. En su interior quería que así fuese.
-Está bien, como tú digas – dijo levantando las manos y dejándola por imposible.
-Bueno, me voy. No sé si vendré a cenar. ¡Te quiero! – gritó mientras salía por la puerta.
Realmente no se había parado a pensar mucho en la motivación que le hacía insistir tanto en exponer las fotos de Natalia, pero creía que aquella maravilla de fotografías merecía estar donde todo el mundo pudiese verlas y admirarlas. Pero las breves palabras de su amiga habían hecho que se preguntase a sí misma si realmente tan sólo era por eso que quería trabajar con ella. O si también quería pasar tiempo con ella, conocerla en otro ambiente, saber cómo se comportaría estando las dos solas, ver cómo reaccionaría al indagar en aquellas fotos... Sí, definitivamente aquello le intrigaba sobremanera, al igual que la propia Natalia. Y sí, tenía que asumir que no sólo se trataba de las fotos, sino también de ella, de su forma de ser y de esos malditos escudos que se empeñaba el levantar a su alrededor para esconderse del mundo.
ESTÁS LEYENDO
GATA NEGRA
Fiksi PenggemarNatalia Lacunza siempre ha vivido al margen de cualquier responsabilidad que involucrase a cualquier persona que no fuese ella misma y tampoco da oportunidades a nadie para no tener que cargar con ciertos sentimientos en su vida. No sabe lo que es e...