Doblaba la ropa y la metía en la maleta con cuidado para que se arrugase lo menos posible. Odiaba planchar y era o que menos quería hacer estando de vacaciones. Se iba un par de semanas, así que intentó organizar lo mejor posible las combinaciones de ropa para no tener que llevar equipaje en exceso. Cogería el ave que salía al día siguiente a las 9 de la mañana y a media mañana ya estaría en Elche con su familia. Necesitaba aquellas vacaciones. Necesitaba alejarse de Madrid.
Eran las siete de la tarde y aun sentía el cuerpo pesado de la fiesta de la noche anterior. No había bebido tanto como para tener resaca, pero la falta de sueño siempre le sentaba fatal. Y aquella noche apenas había dormido unas horas. En su cabeza no hacía más que repetirse una y otra vez la escena vivida con María y Natalia, algo surrealista como poco. Desde que se dejó convencer por María para dar celos a Natalia supo que aquello no acabaría del todo bien; y no se equivocó mucho.
Después de separarse de María mientras ésta le decía que Natalia babeaba por sus huesos, no pudo evitar buscarla con la mirada por la pista de baile. La morena había cerrado los ojos y se dejaba llevar por la música. Veía cómo de vez en cuando fruncía el ceño, pero entonces abría los ojos y reconectaba con la melodía para seguirla con su cuerpo. Ella seguía observándola pensando en qué de cierto había en las palabras de María, si sería posible que aquella atracción fuese compartida, sin prestar atención a lo que le estuviese diciendo en aquel momento la madrileña. Recordaba a la perfección cómo Natalia seguía bailando cuando en una de sus vueltas conectó su mirada con sus ojos y vio en ellos el vacío. No había nada en su expresión que le dijese lo que estaba pasando por su cabeza, pero la penetrante mirada que le dio la hizo temblar en el sitio. Se dio cuenta entonces que caminaba hacia ellas con gesto serio y algo tambaleante, aunque intentaba ocultarlo sin éxito. Cuando habló, Alba sintió cómo se le erizaba la piel por el tono de voz cortante que usó.
-¿Qué, lo pasas bien? – preguntó dirigiéndose a María sin mirar a Alba ni un instante.
-¿Yo? – preguntó María con media sonrisa sabiendo que su amiga moría de celos y que su plan había funcionado.
-Sí, tú – dijo seca.
-Estupendamente, ¿verdad Alba? – contestó mirando a la rubia, pero Natalia no quitó sus ojos de María ni por un segundo.
-Espero que al menos te merezca la pena el polvo – dijo Natalia contrayendo la cara en una mueca difícil de describir. María la miró asombrada y Alba sintió sus palabras como una patada en el estómago por cómo se las había dicho.
-¿Qué? – preguntó María sin esperarse la reacción de su amiga. Definitivamente había bebido más de lo que se esperaba.
-Pues eso, que espero que al menos folle bien y que...
-¡Natalia! –Interrumpió María antes de que siguiese diciendo barbaridades - ¿A qué coño viene esto? Ten algo más de respeto.
-¿Respeto? ¿Cómo tú? – preguntó acercándose más a ella.
-Gilipollas. Si estás celosa no lo pagues con ella – dijo María adquiriendo un tono de enfado.
-¿Celosa? – Contestó Natalia haciéndose la sorprendida - ¿De quién?
-Ya está bien Natalia, te estás pasando – dijo María mirando a Alba de reojo al ver que no reaccionaba
-¿Yo? – De nuevo fingió sorpresa - ¿Yo soy la que se está pasando?
-Ven, vamos a hablar tú y yo – dijo María intentando sujetar a Natalia para llevársela a algún sitio para hablar con ella, pero se zafó de su agarre.
-¡Quita! Yo no tengo nada que hablar con nadie, y menos contigo... - dijo mirando seriamente a María para después dedicar una fugaz mirada a Alba. Aún recordaba cómo sus oscuros ojos estaban vacíos de expresión – He venido a pasarlo bien, y eso es lo que voy a hacer.
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GATA NEGRA
FanfictionNatalia Lacunza siempre ha vivido al margen de cualquier responsabilidad que involucrase a cualquier persona que no fuese ella misma y tampoco da oportunidades a nadie para no tener que cargar con ciertos sentimientos en su vida. No sabe lo que es e...