Capítulo 25 - Lucha de Gigantes

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Los primeros acordes de Come out and play se escapaban de sus dedos mientras cerraba los ojos y se centraba en cantar. Aquella noche estaba especialmente intranquila y sus compañeras ya lo habían notado. Intentó relajarse con un par de chupitos, pero aquello le nublaba aun más la mente y necesitaba mantenerse alerta para no volver a bajar sus barreras.

Había visto desde el escenario cómo Alba había llegado aquella noche al Olivia con el chico del día anterior, el que llegó para invitarla a comer y ni siquiera le dio opción a que se lo presentase, pues había salido corriendo del despacho en cuanto tuvo la oportunidad. Últimamente se estaba convirtiendo en toda una experta en eso de salir por patas.

La observó desde su posición y se quedó sin aliento. Llevaba un simple pantalón vaquero y una camisa negra de botones, pero aun así le parecía que estaba preciosa. Vio cómo presentaba a su amigo al resto y cómo otros lo saludaban con énfasis. En ese momento se fijó mejor en el chico y no pudo negar que era todo un adonis. Se moría de curiosidad por saber quién era, pero no sería ella precisamente la que preguntase.

Continuaron con el concierto, Natalia intentando no descentrarse de más, dando lo mejor que tenía de sí misma aquella noche. Veía cómo sus amigos bailaban con ellas, cómo Alba disfrutaba de las canciones, lo que le daba un plus para seguir con lo que estaba haciendo sobre las tablas. Cantó otra de sus canciones, de esas que le salían del alma, y escuchó la ovación del público casi entre lágrimas. Últimamente estaba más sensible de lo normal y aquellas muestras por parte de quienes la escuchaban la ponían mucho más blandita.

Cuando terminaron y bajaron del escenario las felicitaciones y abrazos les llovían, como siempre. Natalia se acercó a la barra y se pidió una copa. Normalmente bebía cerveza, pero aquella noche necesitaba algo más. Esperaba recostada sobre la barra a que Oli le sirviese cuando notó una mano rozando el bajo de sus espalda, girándose para ver quién llamaba su atención.

-Hola morena, ¿ya has pedido?

-Sí. ¿Te pido algo?

-Cerveza - asintió María poniéndose a su lado.

-¡Oli, pone también un tercio! - gritó Natalia sobre la música.

-Oye - la llamó María y se giró para mirarla - ¿Estás bien?

-Sí, ¿por? - dijo frunciendo el ceño.

-Esta noche has estado un poco... dispersa - dijo María a riesgo de recibir una mala contestación de su amiga. Sabía que odiaba hablar de sus cosas, pero tenía que intentarlo.

-Estoy bien, Mari - asintió apartándole la mirada.

-¿Segura? - insistió - Mira que no te he visto ni cruzar palabra con Alba en toda la noche.

Y ahí estaba, su amiga directa a donde más dolía. Escarbando en una herida que ella misma se había encargado de abrir y que aún no se había ni atrevido a lamer para calmar la picazón.

-Está con su amigo - dijo encogiéndose de hombros - Tampoco quiero molestar.

-No seas imbécil - la regañó - ¿Acaso has hablado con ella desde que me contaste lo que sentías?

-Hablar... ¿qué, exactamente? - preguntó mirándola de nuevo mientras le acercaba la cerveza que Oli había dejado sobre la barra.

-Pues no sé, hablar en general. Sé que no le vas a decir nada de lo que me dijiste a mi, tampoco tengo tantas esperanzas.

-Pues sí, hemos hablado... pero de cosas sin importancia, trabajo y eso... - dijo con desgana intentando no dar información de más. Tampoco era plan que María se enterase de lo de la exposición a esas alturas.

GATA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora