Capítulo 22 - Je veux tes jeux

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Verla sobre el escenario frente al pie de micro, esperando a que comenzase a sonar la música mientras tomaba una profunda respiración para calmarse, provocó en Natalia un sentimiento de ternura que jamás pensó que llegaría a tener en una situación así. Alba estaba suponiendo para ella mundo completamente nuevo de sensaciones que siempre creyó imposibles albergar en su cuerpo. Y es que se había dado cuenta que la rubia había ido abriendo poco a poco un huequito entre sus cientos de capas, intentando llegar hasta ella, intentando descubrir su interior. Se lo había dicho en más de una ocasión, le intrigaba si forma de ser y había sentido esa curiosidad por conocerla, pero nunca le había dicho porqué. Ni ella misma lo había descubierto hasta hace poco.

Y ahora que la veía ahí, sobre el escenario, con apariencia de seguridad, aunque Natalia sabía que se estaba muriendo de los nervios, la curiosidad por seguir descubriendo más de ella crecía en el interior de la morena sin poder evitarlo. Y no sabía si aquello le molestaba más que le agradaba.

-Para - le pidió María poniendo una mano sobre su pierna. No se daba cuenta, pero no dejaba de moverla de manera nerviosa - Me estás poniendo de los nervios.

-Perdón.

-¿Por qué estás tú nerviosa? - preguntó mirándola.

-No lo estoy.

-Ya, y yo soy el Papa - rió bebiendo de su cerveza - ¿Es por ella? - preguntó de nuevo María al ver que ella no hablaba.

-No - contestó demasiado rápido - ¿Por qué lo dices?

-Porque no dejas de taladrarla con la mirada mientras te da el tembleque - dijo María, a lo que Natalia apartó la mirada de nuevo hacia la chica en el escenario - ¿Si te pregunto algo, me contestarás?

-Depende de la pregunta.

-¿Ha pasado algo entre vosotras?

-Define algo - contestó mirándola de nuevo.

-Vale, eso es que sí - rió María- Vaya par de perras, que callado lo tenías.

-No María, no te montes películas que no ha pasado nada importante.

-Pero aunque no sea importante, ha pasado... con eso me basta para saber que estás así por ella. Y déjame decirte que me encanta.

-¿El qué?

-Que tú, Natalia Lacunza alias la Pantera, estés como un flan por una gatita como ella.

A Natalia le hizo gracia que María llamase gatita a Alba, cuando ese era el apodo por el que la rubia la llamaba a ella misma; primero para dejarle claro que no le daba miedo su dura apariencia, cosa que odiaba, y después tomó tintes cariñosos y juguetones, por lo que terminó adorando que la llamase así.

-Primero, no estoy como un flan, sólo es que tengo muchas cosas en la cabeza - mintió - Y segundo, no ha pasado nada relevante como para que me importe.

-Nat, te conozco lo suficiente como para saber que me estas mintiendo - dijo tranquila, notando cómo Natalia se cerraba en banda volviendo la vista al escenario – Si no me vas a contar nada prefiero que no me mientas, ya lo sabes.

-María ... no hay nada que contar. No seas pesada.

-¿Maria, pesada? - preguntó Marta sentándose con ellas en la mesa - Anda ya, exagerás.

-Oye, ¿pero qué coño os he hecho yo para que me tratéis así? Que soy mayor que vosotras, merezco un respeto - señalo indignada llevándose la mano al pecho. En ese instante las luces se apagaron y comenzaron a sonar los primeros acordes de una canción.

-¡Shuu calla, que ya empieza! - pidió Marta girándose hacia el escenario para ver a Alba.

-Que sepas que no me doy por vencida - le dijo María a Natalia al oído en un susurro - Tú y yo tenemos una conversación pendiente, morena.

GATA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora