CAPÍTULO 12 - Tu objeto de adoración

9.6K 459 64
                                    




-Pero vamos a ver, yo creo que un coche es mucho mejor, es más cómodo.

-Pero la moto es más práctica y gasta menos.

-Y si te pasa algo, ¿Quién conduce, lumbreras?

-¿Y por qué iba a pasarme algo?

-No lo sé, te puede picar una medusa en el pie o morderte un cangrejo en el culo. ¡Vete tú a saber!

-Alba, ¿en serio? – preguntó Natalia con incredulidad mirando las facciones serias de la rubia.

-Sí, totalmente en serio. Yo no sé conducir una moto y hay que pensar en esas cosas, Natalia – dijo cruzándose de brazos.

-Pero la moto es mucho más divertida, Alba. Además, también es más fácil de aparcar. Y en esas carreteras tan estrechas... es más fácil ir con la moto.

Natalia intentaba convencer a Alba de que alquilasen una moto en lugar de un coche, como tenían pensado hacer. Aquella mañana, tras desayunar, se habían acercado las dos caminando hasta un punto de alquiler cercano a la casa. Iban a alquilar un coche pequeño para así poder moverse por la isla con total libertad, hasta que Natalia vio una "Yamaha ybr" negra que la cautivó. Tal era el debate que tenían, que el hombre que las estaba atendiendo se había marchado para dejarlas decidir y estaba hablando con otros clientes.

-Ahh... - suspiró Alba – Sé que me arrepentiré algún día de esto, pero haz lo que quieras.

-¡¿Sí?! – preguntó Natalia abriendo mucho los ojos hacia la rubia que no la estaba mirando.

-Vale – contestó al fin mirándola.

-¡Ay, gracias rubia! – dijo Natalia acercándose a ella y rodeándola con sus brazos, dejando un suave beso sobre su coronilla.

-Pero con una condición – dijo cuando se separaron. Levantó la vista a sus ojos y al ver la felicidad en ellos y en su amplia sonrisa, tuvo que reprimir la suya propia – Nada de sobrepasar ni un solo límite de velocidad... o eres mujer muerta.

-Wow... rubia... ¿es una amenaza? – preguntó Natalia sin poder contener la sonrisa aun.

-Más bien una advertencia. Te lo juro Natalia, nada de correr – señaló levantando un dedo frente a su cara.

-Que sí Alba, tranquila que no corro – dijo mirando de nuevo la moto – Ya verás que te va a encantar.

-No sé yo – dijo la rubia no muy convencida de la decisión tomada.

-Además, te voy a enseñar a llevarla – aseguró Natalia mirándola de brazos cruzados.

-¿Qué? Eso sí que no... en absoluto – dijo Alba alarmada. No se veía capaz de sujetar ese trasto ni con toda la fuerza del mundo.

-Que sí, ya verás. Es muy fácil y...

-Bueno – se vio interrumpida Natalia por el dependiente que les prestaba de nuevo toda su atención - ¿Ya os habéis decidido?

-Sí, la moto – dijo Natalia rápidamente antes de que Alba se arrepintiese.

-Genial – asintió el hombre satisfecho – Pues vamos a hacer el papeleo.

Tras unos minutos hablando con aquel hombre de barba y firmando papeles, Natalia cogió las llaves y los dos cascos que le ofreció. Salieron a la calle y el dependiente le quitó el seguro de empresa a la moto y la dejó a la entera disposición de las dos chicas.

-Pues toda vuestra. El sábado os pasáis cuando queráis a dejarla, estaré aquí hasta las nueve de la noche.

-Bien, gracias – asintió Natalia viendo cómo el hombre se adentraba de nuevo en el local. Miró a Alba y vio su gesto inexpresivo – Alba, ¿estás enfadada?

GATA NEGRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora