GATA NEGRA

Capítulo 45 - La mancha negra de mi alma

-¡Mari, ya estoy en casa!

Natalia entró al recibidor dejando la maleta a un lado, apartándose de la puerta para que Ici pudiese entrar con el pedazo de maletón con el que cargaba. Al final se había vuelto loca con los por si acaso y más que unos días pareciese que se mudaba por un mes.

Estaba colgando el abrigo en el perchero, extrañada por que María no estuviese en casa, cuando escuchó un golpe al fondo del pasillo y, de repente, la rubia apareció corriendo en dirección hacia ellas con los brazos extendidos hacia delante y gritando como una posesa.

-¡AAAAAAAHHHHHH! - saltó sobre Natalia enroscándose con piernas y brazos a su cuerpo.

-¡Joder! - rió Natalia por el recibimiento, haciendo fuerza por sujetar a la loca de su amiga y que no terminasen las dos en el suelo - No sabía yo que me echabas tanto de menos.

-¿Es que tú no me has echado a mí de menos? - preguntó sacando la cara de su cuello para mirarla.

-Todos los días, pava.

Natalia la estrechó aún más entre sus brazos mientras María bajaba al suelo y repartía cientos de besos por su cara. Sonrió porque, a pesar de venir de su hogar, aquella también era su casa.

-Feliz año, morena - la miró con cierto brillo en los ojos.

-Feliz año nuevo, Mari - sonrió a lo grande.

-Y tú... - giró el rostro, dándose cuenta por fin que había alguien más allí con ellas - ¡Ven aquí que te abrace por fin!

-¡Hola María! - rió Ici por la efusividad con la que la rubia se había colgado de su cuello, aún asimilando el recibimiento que acababa de darle a su amiga.

-¡Joder, lo que me alegro de verte por fin, tía! - se separó María, poniendo los brazos en jarras - Es que esto te va a sonar loco, pero cada vez que Natalia me habla de ti... es como si tú fueras yo.

-Para nada, porque me pasa lo mismo contigo - se carcajeó la navarra viendo las primeras similitudes entre las dos - Tenía muchas ganas de conocerte, Mari.

-Y yo a ti, hermana - asintió convencida - ¿Te puedo llamar hermana?

-Jajajaja, claro... me da igual.

-Sister... me mola más. Tiene más rollo - dijo María chascando los dedos y dejando caer el cuerpo hacia un lado, intentando darle el sentido que quería a aquella palabra.

-Pues sister - la imitó Ici.

-Separadas al nacer, chaval - miró a Natalia elevando las cejas una y otra vez - Ya verás, aquí con mi hermana perdida.

-Uf... miedo me estáis dando ya - volteó los ojos - Vosotras dos tenéis más peligro juntas que una manada de zorros.

-Zorras, cariño, zorras- corrigió María - Hablemos con propiedad.

Se dedicaron a deshacer las maletas y a contarse Natalia y María las cosas que habían estado haciendo los días que habían estado separadas. María le relató lo acontecido en su fiesta de nochebuena en un garito cualquiera de Madrid. Al parecer terminó subida a la tarima con el chaval que pinchaba aquella noche, quitándole los cascos y haciéndose dueña y señora de la mesa de mezclas y los temazos que hicieron bailar a los presentes aquella noche. El chico no la mandó al carajo porque, según la propia María, había sido la hostia.

Ici se sorprendió de lo lanzada que era María para ciertas cosas, dándose cuenta de que lo que le había dicho Natalia sobre que estaba el doble de flipada que ella era verdad. Se rió con ella como nunca y, sobre todo, cuando se metía con la recién estrenada sensiblería de Natalia. Ici conocía desde hacía un par de días su nueva faceta, por lo que aún no estaba tan acostumbrada como para burlarse de ella con aquel tema, aunque se tenía jurado a sí misma que, en cuanto las cosas con Alba se calmasen, se pitorrearía de ella y su enamoramiento adolescente.