Stacy

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Tenía que haberme rehusado.

Pero claro que no lo hice, porque me gustaba meterme en problemas, porque era una terca, una idiota y definitivamente necesitaba ayuda psicológica.

Ahí estaba, frente a la puerta de su casa, me tardé casi diez minutos en tocar el timbre porque estaba debatiendo con la voz de mi cabeza.

Su madre me había llamado de último minuto para que cuidara de Stacy, la hermana menor de Luke. No pude decirle que no porque ella era maravillosa y Stacy era adorable, no parecía familia de Luke.

Tenía que preguntarle a Liz si Luke era adoptado, porque no podía creer que esa señora tan dulce era la madre de ese tipo tan arrogante. Toqué el timbre y cerré los ojos respirando profundo.

Esperé unos minutos y escuché pasos acercarse, su motocicleta estaba estacionada afuera, así que era obvio que estaba en casa, sólo esperaba no topármelo, mi plan era encerrarme con Stacy en su cuarto y no salir de ahí hasta que su madre volviera.

Claro que mi suerte jugaría en mi contra, como siempre, el mismo Luke fue quien me abrió la puerta.

Pero en vez de intimidarme, más bien me causó risa, se notaba que acababa de levantarse, tenía el cabello todo despeinado, un ojo abierto y el otro cerrado, sin camisa y con Calígula cargado en uno de sus brazos.

—¿Tu mamá ya se fué?.—pregunté luego de que me dejara pasar y dejé mi mochila en el sofá.

—No sé, creo que si...—respondió con voz ronca y dejó al gato en el suelo, esté vino hasta mi y lo cargué para acariciarlo.—¡Mamá!.—gritó a los pies de las escaleras y se sentó en uno de los escalones masajeando sus sienes.

—¿Llegó Venus?, dile que ya bajo.—la escuché decir y miré a Luke que se mantenía con los ojos cerrados.

—¿Y tú que tienes?.

—Nunca mezcles, vodka, con tequila y absenta...tengo dos días con resaca.—hizo una mueca de dolor y me eché a reír dejando al gato en el suelo.

—Te ves terrible.—arrugué la nariz.

—¿Vienes a cuidar a Stacy?.—preguntó obviando mi comentario anterior, asentí.—¿Y a mí también?.—sonrío de lado y bufé poniendo los ojos en blanco.

—Tú ya tienes quien te cuide.

—¡V!.—la voz de Stacy se escuchó como un chillido y bajó corriendo las escaleras.—Quítate, torpe.—le dijo a Luke abriéndose paso y me eché a reír esperándola con los brazos abiertos.

Stacy era demasiado hermosa, tenía trece años, pero era súper madura y me gustaba pasar tiempo con ella, cuidarla se sentía más como una pijamada que como una responsabilidad, además la niña me adoraba como si fuera su ídolo pop favorita y no entendía la razón.

—Me encanta tu outfit.—dijo al separarse de nuestro abrazo.—Quiero que me crezcan los pechos para que se me vean así como los tuyos. —hizo una especie de puchero y me eché a reír.

—Te crecerán en un par de años, créeme y cuando lo hagan te invitaré a mi casa para prestarte mi ropa.—los ojos de Stacy brillaron y Luke comenzó a burlarse.

—Te van a tener que hacer un trasplante de cuerpo si es que quieres parecerte a Venus...un trasplante de cuerpo y de cabeza...es más, creo que vas a tener que volver a nacer.—Stacy puso los ojos en blanco y se burló haciendo muecas.

—Cállate, Luke.—se quejó poniéndole mala cara y él chico se echó a reír guiñándome el ojo para que supiera que sólo estaba molestando a su pequeña hermana.

ʜᴇᴀʀᴛʙʀᴇᴀᴋᴇʀ | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora