Look What you made me do

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El rumor de que había dejado a Luke para salir con un universitario se había esparcido por toda la escuela y pasé de ser la chica rechazada a la chica que había rechazado al ser más guapo y popular de la preparatoria.

Una hazaña nunca antes lograda por nadie, alzarían una estatua en el patio en mi nombre, los libros de historia hablarían de mi, mi cara estaría plasmada por todos los pasillos de aquel instituto como símbolo de empoderamiento.

Me sentía tan confiada de mi misma, nada de lo que Luke pudiera hacerme de ahora en adelante lograría afectarme, habíamos cambiado de roles, ahora era yo quien decidía...la venganza era tan dulce.

Cuando atravesé las puertas de la escuela caminando por el pasillo hacia mi casillero sentí ese momento pasar en cámara lenta, el ruido de mis tacones, el lindo bailoteo que hacía mi falda escocesa al caminar, mi cabello balanceándose con cada paso que daba...me sentía Sharpay Evans.

—Todos están viéndote. — comentó mi hermana soltando una pequeña risita mientras caminaba junto a mi.—Luke está que se retuerce...por dios se ve terrible.—frunció el ceño y miré hacia su dirección.

No lo decía en sentido figurado, en serio se veía mal, tenía la nariz roja y el semblante decaído. Leslie estaba junto a él diciendo algo pero apenas le prestaba atención.

Pobrecito, se había enfermando por haberse quedado bajo la lluvia, ahora si me sentía culpable, no creí que fuera tan imbécil para quedarse horas bajo la lluvia mojándose.

Una cosa era burlarme de lo que había pasado pero que estuviera enfermo me hizo sentir mal porque no era chistoso jugar con la salud de la gente y una gripe puede ser peligrosa.

Me detuve frente a su grupo de amigos, los saludé a todos y me abrí paso entre ellos para acercarme hacia él.

—¿Reparaste la moto?.—pregunté mordisqueando mi labio, asintió.

—Se había quedado sin gasolina.—su voz estaba más ronca y gangosa, me sentí demasiado culpable.

—Al menos no era algo grave.— suspiré bajando la cara porque su intensa mirada estaba quemándome.

—Se enfermó.—dijo Leslie incluyéndose en la conversación.—Tiene fiebre muy alta y no quiere ir a la enfermería.

—Estoy bien.—comenzó a toser horriblemente, era obvio que no estaba bien.

—Tienes mucha tos...

Pero que inconsciente había sido, esto no me lo iba a perdonar, él me había comentado hace tiempo que de pequeño sufría de asma y siempre andaba enfermo con cosas respiratorias.

Mi corazón dejó de latir y comencé a sentir pánico pero no quise demostrarlo ahí.

—¿Quieres que te acompañe?.

—Estoy bien, V...deja de fastidiar tú también.

—Voy a llamar a tu mamá y sabes que eso será peor.—lo amenacé dejando las manos en mi cintura.

Gruñó en protesta y volvió a toser terriblemente, sentí demasiado miedo, pudo haber pescado una neumonía.

—Maldición.—negó frustrado.

—Vamos...—dije con voz más suave y traté de tomar su mano disimuladamente.

Pensé que iba zafarse de mi agarré, pero entrelazó sus dedos con los míos y volvió a toser.

El timbre sonó anunciando que era la hora de entrar a clases y todos comenzaron a dispersarse en el pasillo corriendo cada quien a su salón. Leslie fue la primera en esfumarse con su grupo de amigas y los amigos de Luke se fueron porque él les dijo que estaba bien, mi hermana entró a clases asegurándome que le daría una explicación al profesor de mi ausencia y Luke y yo nos quedamos solos en el pasillo.

No volvimos a hablar, caminamos en silencio hacia la enfermería tomados de la mano, no era necesario pero ninguno quería soltar la mano del otro.

Cuando llegamos juntos a la enfermería, Trudy, la amable enfermera que se encargaba de esa área, se sorprendió demasiado al ver la cara de moribundo que traía Luke.

Lo hizo sentarse de inmediato en la camilla y me pidió a mí que lo ayudara a quitarse la camiseta mientras ella buscaba el estetoscopio.

—No puedo respirar bien, que mierda tan horrible.—comentó mientras masajeaba sus sienes y suspiré mientras le acariciaba el cabello.

—¿Esa motocicleta en serio valía que te quedaras ahí mojándote?.

—No estoy para un sermón ahorita V, en serio me siento como la mierda y lo que necesito es que me abraces.

Era lo más tierno que había escuchado de él desde hace tiempo, sonreí mordisqueando mi labio y lo abracé con todas mis fuerzas frotando su espalda, sabía lo mucho que le gustaba que le acariciara la espalda y lo escuché suspirar mientras abrazaba mi cintura.

—Me encanta como huele tu cabello, el de Leslie huele a químicos.—habló contra mi cuello, su voz salió un poco distorsionada pero logré escucharlo y me eché a reír.

—En su cabeza debe haber litros de agua oxigenada y decolorante.

La enfermera volvió y dejé de abrazar a Luke para que lo revisara pero este se rehusaba a soltar mi mano, me senté a su lado, sosteniendo su mano y de vez en cuando, le daba un beso en el hombro cuando la enfermera se distraía.

—Tienes una infección respiratoria, te voy a dar un jarabe expectorante para remover un poco la flema y tendrás que tomarte estos antibióticos, cada ocho horas por seis días, si a la mitad de tu tratamiento no mejoras...debes ir a un hospital.

Ambos asentimos al mismo tiempo mientras la enfermera daba sus indicaciones y sonrió de repente mirándonos a ambos.

—Nunca vi a dos chicos tan enamorados en esta escuela.—Luke y yo nos miramos y sonreímos.—Pero no se besuqueen.—dijo con severidad y volvimos la mirada hacia ella.—Puede ser muy contagioso.

—No pienso acercarme a sus radioactivos labios.—dijo Luke para molestarme y me quejé empujándolo con mi codo.

—Hablaba de ti, idiota.—Reí pasándole su camiseta y me bajé de la camilla.—Yo me voy a encargar de que siga el tratamiento al pie de la letra, gracias.—Sonreí tomando el frasco de jarabe y la caja de pastillas.

—¿Y mi paleta?.—preguntó luego de levantarse y puse los ojos en blanco.

Trudy se echó a reír y sacó del frasco de vidrio que estaba sobre su escritorio, dos paletas.

—Una para ti y otra para ti.—tomé mi paleta y le agradecí con una sonrisa.

—Gracias Trudy.—respondió él mientras metía la paleta en su boca.

—respondió él mientras metía la paleta en su boca

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ʜᴇᴀʀᴛʙʀᴇᴀᴋᴇʀ | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora