I Can't Quit U

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—No puedo creer que te vayas el fin de semana con él. —reprochó mi hermana mientras me observaba hacer mi equipaje.

—No me iré con él, me iré con su familia, Stacy me invitó. —metí la ropa interior que había comprado días atrás y mi hermana la sacó del bolso de nuevo.

—A Stacy le encantará verte esto puesto.—reí arrancándole las prendas de la mano y las arrojé de nuevo a mi bolso.

—Ay ya, Lu, deja de acusarme, odio cuando te pones así.

—Venus por dios, valórate, date tu puesto... —se levantó de la cama tomándome de la muñeca y se detuvo en mi espejo de cuerpo completo sujetando mis hombros desde atrás. —Mírate, mira lo hermosa que eres, puedes tener a cualquier chico que quieras.

—Y lo quiero a él...lo amo. —respondí mirándola por el espejo. —No pretendo que me entiendas ni que me apoyes, sé que esto está mal y que voy a terminar lastimada pero no puedo dejarlo ir, Lu...

—Debes amarte a ti primero, antes de amar a alguien más...me duele demasiado presenciar como tu corazón se está rompiendo y por mucho que quiera hacer algo para impedirlo me siento de manos atadas, porque tú no escuchas a nadie, ni a ti misma, Venus, lo peor es que sabes que tengo razón, sabes el desenlace de esta historia y aun así no te importa. —apretó mis hombros mientras me observaba a través del espejo. —Rezaré por ti, para que logres salir viva de esto.

Me abrazó por la espalda dejando un beso en mi hombro y se sentó de nuevo en la cama ayudándome a doblar la ropa para meterla en mi bolso.

Por mi parte me quedé en el mismo sitio, mirándome fijamente en el espejo, apreciando lo bien que había quedado. Las dos horas que había invertido esa mañana para arreglarme.

Mi vestido blanco con estampado de girasoles me quedaba hermoso, hacía juego con mis sandalias marrones de tacón corrido y los risos que adornaban mi cabello, brillaban con la luz del sol que se colaba por mi ventana.

Dos horas me tardé en arreglarme para ir a verme con el chico que amaba pero que me veía como una barbie de su colección.

Sí, él me decía que yo era especial, porque conmigo sentía cosas que con otras no, me había dicho que me amaba, se preocupaba por mi cada vez que estaba en aprietos.

¿Pero a cuantas más se lo había dicho?.

Esa era su táctica para lograr que las chicas cayeran rendida a sus pies, y yo lo sabía, ¿Cómo era posible que aun sabiendo todo eso esté loca por él?. No tenía demasiadas expectativas cuando comencé a salir con él, el maldito me gustaba demasiado, pero conocía su fama de pica flor, todas en la escuela lo conocíamos.

Sabía en lo que me estaba metiendo y me lancé de clavado sin importarme nada, aun sabiendo que la única forma en la que iba a terminar todo esto sería con el corazón hecho trizas, y las trizas se volverían polvo y ese polvo se desvanecería con el viento.

—Ya llegaron por ti. —anunció mi hermana sacándome de mis pensamientos.

Escuché el motor de su motocicleta y luego una notificación en mi teléfono. Terminé de guardar todas mis cosas y me despedí de mi hermana con un abrazo.

—Te amo, vuelvo mañana en la noche. —le di un beso en la mejilla y bajé las escaleras despidiéndome de mi mamá con un grito, seguramente no me escuchó porque estaba con resaca encerrada en su alcoba pero nunca perdía la costumbre de despedirme de ella.

—¿Por qué siempre me haces esperar?. —lo miré con mala cara y le quité el casco de las manos para colocármelo. —Estás hermosa... —sonrió dejando un beso en mis labios.

ʜᴇᴀʀᴛʙʀᴇᴀᴋᴇʀ | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora