Hades

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La noche cayó y la electricidad jamás volvió, había encontrado un paquete de velas que utilizamos para iluminar el salón principal y un par de linternas que encontré en la cochera. Nos quedamos en el sofá viendo películas que tenía en mi celular hasta que la batería murió.

—Asesinó un total de veinte chicas, todas sus víctimas fueron encontradas desmembradas, a todas le sacaba los ojos y los conservaba como su recompensa...—Luke elevó sus cejas completamente atento a mi relato aunque sabía que estaba conteniendo las ganas de reír.—Dicen que sigue internado en el sanatorio de la colina y que cada vez que se va la luz se escapa y ataca.

—Vaya, ¿y ese asesino es omnipresente? porque literalmente he escuchado la misma historia en diferentes partes del mundo...

—Tiene imitadores.—reí empujándolo con mi pie.—Pero es real mi historia.

—Así como candyman.

—¿Qué es candyman?

—Un hombre que, si dices su nombre cinco a veces frente al espejo del baño, te sale y te corta desde el ombligo hasta la garganta con el gancho que tiene en su mano.

—No inventes, eso no es real.—reí fuertemente pero al ver que se mantuvo serio me callé.—¿Es real?.

—No lo sé, nunca lo he invocado pero conozco varios casos de personas que las han encontrado muertas en el baño desgarradas y aun no se sabe del culpable.

Un ruido se escuchó en la cocina y pegué un salto del susto abrazándome a él con fuerza.

—¿Escuchaste eso?.—intenté mirarlo en la oscuridad, verlo tan serio mirando en dirección a la cocina me puso los pelos de punta.

—Quédate aquí.—dijo mientras se levantaba del sofá.

—No, ¡¿estás loco?!.—me levanté aferrándome a su brazo.

Puso un dedo en sus labios indicándome que me mantuviera callada y entrelazó nuestras manos. Estaba completamente aterrada, habíamos pasado la noche contando historias de terror y aquel ruido había alimentando más mi miedo a la oscuridad.

Caminamos lentamente hasta la cocina evitando hacer cualquier ruido, él encendió la linterna que tenía en sus manos y se quedó parado en el marco de la puerta alumbrando hacia la cocina.

De nuevo volvimos escuchar aquel ruido y supimos que venía de la puerta corrediza que daba hacia el patio, se escuchaba como rasguños, me puse más inquieta cuando pensé que alguien estaba queriendo entrar a la casa y lo primero que hice fue tomar uno de los cuchillos que estaban en la mesa.

Luke me miró raro y comenzó a reírse hasta que de nuevo el mismo ruido se escuchó, se acercó de una vez por todas a la puerta iluminando hacia afuera.

—Es un perro.

Un pobre perrito estaba queriendo entrar a la casa, como era blanco me di cuenta de inmediato que tenía sangre y una horrible herida en el torso.

Luke intentó abrir la puerta pero le expliqué que estaba trabada desde hace años, así que sin pensarlo dos veces, salió de la casa por la puerta principal armado solo con la linterna, tomó al perrito en brazos y volvió a entrar a la casa completamente empapado.

—Tiene algo incrustado.

El perrito no paraba de chillar, aparté a Luke quien estaba desesperado por ayudar al pobre perro que se notaba lo mucho que estaba sufriendo. Había aprendido ciertas cosas en el refugio y aunque no era una experta sabía más o menos que hacer.

Con la linterna inspeccioné la herida, tenía un trozo de metal incrustado y cada vez que lo tocaba para intentar sacarlo el perrito se quejaba horriblemente de dolor.

ʜᴇᴀʀᴛʙʀᴇᴀᴋᴇʀ | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora