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Celina corría por los ahora vacíos pasillos del edificio, buscando el aula de plástica, pues se había dejado allí un cuadro que había pintado unos días atrás.

- Era acrílico. Tres días secando son más que de sobra.

Pensó en alto entre jadeos, visualizando ya la esquina tras la cual estaba su destino. Por un momento había pensado que su camino se estaba haciendo eterno.

"Por fin. Solo tengo que pasar por esa esquina, y ya estaría en el aula de plástica."

Pensó, siguiendo con sus pasos rápidos y constantes.
Sonrió ligeramente, antes de sentir algo impactando con fuerza contra su persona.

No vio de quién se trataba, simplemente, sintió el impacto y cayó sentada al suelo, frotándose la cabeza, siseando y maldiciendo silenciosamente el dolor que sentía.
Aun con los párpados cerrados podía distinguir una figura más alta que ella, aunque no lo podía juzgar con seguridad, pues la persona estaba en pie, a diferencia de la artista.

- Perdón, ¿e-estás bien? ¿Te has hecho daño?

Escuchó una voz, a lo que abrió los ojos y alzó la mirada hacia arriba, viendo a un joven de cabellos rubios, ojos verdes y numerosas pecas decorando su tersa piel.

"¿Y este chaval?"

Pensó, olvidándose por un instante del cómo estaba en ese pasillo, en esa esquina en específico, y sentada en el suelo, con un notorio e incómodo dolor, vigente en su retaguardia.

Por unos segundos se permitió quedarse examinando a aquel chico con el que, según acababa de recordar, acababa de chocar.
Era un joven de estatura alta, pero su cara y tono de voz decían de lo tímido que parecía, por lo que Celina se relajó un poco, pues, al menos, no se iba a tratar de un bully más que intentaría hacerle la vida imposible.

El joven tendió su mano para ayudarla a incorporarse, a lo que ella aceptó, diciendo un "sí, gracias" en el proceso, recordando la pregunta que el rubio le había hecho con respecto a su bienestar.

- ¿A-a dónde ibas con tantas prisas?

Titubeó el más alto, pareciendo el típico hermano mayor que se preocupa a más no poder por su hermano pequeño.

- Podías haberte chocado contra otras personas, o, peor, contra la propia pared.

Acabó, agarrando con firmeza y ambas manos, la cámara de fotos que colgaba de su cuello por unas cintas de una tela de aspecto resistente.

- Pues, verás...

Empezó Celina, llevándose un mechón de su cabello, detrás de su oreja.

- Suelo pintar algún que otro lienzo pequeño en el aula de plástica, y-
- ¡¿Pintas?!

Celina parpadeó, sin creerse la cantidad de emoción con la que aquel joven la había preguntado e interrumpido al mismo tiempo.

Viendo la cara que se le había quedado a la pobre chica, el rubio carraspeó, volviendo a su compostura anterior.

- P-perdón por ser tan, eh... ¿co...?
- ¿Co...?

○~Sobrenatural~○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora