9 (4ª Temporada)

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- María~, despierta~...

Así fue cómo Lino despertó a la pelinegra de poderes de pesadilla, literalmente.

- ¿Qué tal está mi bella durmiente?

La de ojos violáceos se incorporó, tallándose los ojos con ambos puños, desperezándose en el proceso.

- Teniendo en cuenta que me he dormido más por la modorra que por otra cosa...

Bostezó la joven, tallándose los ojos, de nuevo, para, luego, mirar a Lino, que, estaba algo extraño...

- ¿Te has vuelto a tapar el torso porque estás avergonzado de que te mire "como a un trozo de carne"?

Preguntó la de ojos violáceos, haciendo un pobre intento de imitar la voz del pelirrojo, cosa que hizo reír a éste.

- Un poquito, sí. Ya sabes, inseguridades.

Aquello era... una verdad para encubrir una mentira mucho más oscura, pero, si servía para que María continuara con la misión, con eso bastaba.

- ¿Pero cómo que "inseguridades"? Si estás más bueno que el pan.

En aquel momento, María se arrepintió de haber elegido aquellas palabras, sobretodo, cuando se trataba de Lino, la criatura más tocapelotas y gamberra que había parido madre.

- ¿"Más bueno que el pan"?

Repitió el pelirrojo, en un tono burlesco al que María nunca parecía conseguir acostumbrarse.
La sonrisa que había esbozado Lino en aquel instante significaba sólo una cosa: le iba a tomar el pelo a María por el resto de su vida inmortal.

- ¿Soy tu tipo, entonces?

Inquirió Lino, con ojos brillantes de emoción.

- No preguntes estupideces. Tenemos que avanzar...

Se excusó la chica de las pesadillas, dándole la espalda, principalmente, porque no quería que siguiera comentando sobre su actitud y expresión vergonzosa.

El comunicador de María comenzó a sonar, así que la pelinegra, pensando un "¡Salvada por la campana!", descolgó la llamada.

- ¡María, Lino, ¿estáis bien?!

Exclamó un claramente alterado Bruno. El de ojos azabache parecía muy asustado por algo que María no entendía, y eso le estresaba aún más.

A su lado, se asomó Lino, curioso por el claro nerviosismo que había expresado Bruno, posiblemente, la persona más tranquila y serena que conocía.

- Sí... Nos acabamos de levantar.

Bostezó Lino, con toda la tranquilidad del mundo, a lo que, con una cara de incredulidad, Bruno habló.

- ¿Cómo? ¿No habéis sentido el terremoto?
- ¿Qué terremoto?

Cuestionó María. Que ella supiera, no había sentido ningún terremoto en el rato que habían estado dormidos (porque, llamarlo "noche" cuando en aquel mundo no existía el "día", era un poco extraño).

○~Sobrenatural~○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora