22 (4ª Temporada)

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Karina estaba en la sala de ordenadores, buscando cualquier señal, cualquier coordenada que pudiera mandar ese mundo a la mierda, a su desaparición para siempre.
Acompañándola estaba María, que decidió quedarse con la científica para defenderla en caso de ataque al único miembro no sobrenatural del grupo.

- ¿Cómo lo ves, Karina?

Preguntó María, con una pierna y sus manos temblándole con ansiedad. En otra localización cercana estaba Lino pegándose con un furioso Índigo.

- Lo veo negro, muy negro.

Siseó la pelirroja, buscando, incansable, entre programa y programa.

- Joder, todos tienen contraseña, me cago en la puta.

Se frustró la científica de ojos esmeralda, conteniendo como malamente podía sus ganas de pegarle tremendo puñetazo a aquella pantalla que mostraba, sobre todo, ceros y unos de color verde fosforito sobre un fondo negro.

- ¿Reiniciarlo no serviría?

Sugirió María y, en ese momento, Karina se giró a mirarla.

- María, eres una genio.

Jadeó, apurándose para, con una secuencia de teclas, programar el reseteo de la máquina.

- Hazme un favor más, María.

María escuchó, y Karina sacó unas cuantas piezas.

- ¿Te importa irme montando la centrifugadora?

La de ojos violáceos miró incrédula hacia las piezas. Como si fueran un puzzle de Lego, joder, ¿no podía haberla traído Karina montada, o con alguna instrucción?

- ... La... ¿qué?

Se le escapó a María.

- Las piezas están enumeradas, así te será más fácil montarla.

Animó la pelirroja, y, con un suspiro pesado, María empezó a montar aquella extraña pero útil máquina de laboratorio.
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Noah estaba de los nervios. Se sentía mareado, y ver a Andrew sangrar de la nariz a esas alturas de la batalla, le estaba dando muy pocas esperanzas.

- Parece que no tiene fin.

Jadeó el pelinegro, antes de dedicar otro disparo para Violeta.

- ¿No te mueres todavía? Eres muy resistente, chico.
- Ya, me lo dicen mucho.

Sonrió, sarcástico. Había logrado disparar a Violeta en el brazo.

- Tu poder es muy interesante, Daniela. Permíteme usarlo.

Dijo Eugenio, y, de pronto, una atmósfera áurea cubrió al grupo de vivos, durmiéndolos al instante.
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Noah abrió sus ojos. Estaba en una cama, acostado, sudando frío. Su vestimenta, ahora, era un pijama. Estaba en una habitación, a oscuras, aunque podía reconocerla, pues era su cuarto.

○~Sobrenatural~○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora