19 (4ª Temporada)

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Pasaron unos años, y, de un momento a otro, Eugenio había encontrado trabajo como director en un instituto, gracias a su amigo enfermero, que trabajaba allí en un departamento de enfermería que había en caso de que algún estudiante tuviera algún problema... aunque, siendo realistas, eran los estudiantes los que acababan teniendo problemas con el enfermero.

- ¡Basta, basta!

Bueno, a veces, no eran sólo estudiantes los que tenían problemas con él. Por ejemplo, ahora, la que tenía el problema era una profesora de física y química, Alicia.

- Alicia, tienes que estarte quieta.
- ¡BASTA YA, ERES UN CERDO!

Le acusaba la joven profesora de cabellos rubios y ojos verdes grisáceo. El cuerpo le temblaba como nunca, aterrada por cómo estaba siendo aquella situación.

- Tsk, y yo, que intento ayudarte... Sólo mira el esguince que te has hecho por imprudente.
- ¿Te crees que eso es justificación para toquetear donde no tienes que hacerlo?

Gruñó la mujer, apartándose lo más que podía de aquel hombre.

- Bueno, pues nada, lárgate de mi enfermería y continúa cojeando.

Alicia iba a reprochar algo más, pero se quedó de piedra cuando una sombra emergió de las espaldas de aquel intento de enfermero, que, de pronto, se quedó sin cabeza... Literalmente, su cuello fue atravesado por una especie de sombra con forma de filo, con una facilidad como la de un cuchillo caliente cortando mantequilla.

Alicia se quedó un rato mirando, no sabía si, a la tétrica escena del cadáver de aquel señor, o aquella sombra que la miraba, esta vez, a ella.

- No me mates, por favor.

Suplicó en un sollozo la rubia, la espada sudándole, apretada contra la gélida e incómoda pared de ladrillo.
Fue a levantarse para escapar, pero su tobillo herido la traicionó, y, para su mala suerte, cayó encima de la sombra, que, tan inexpresiva como silenciosa, sólo se le quedó mirando.

- ¡P-p-p-perdón!

Chilló, procediendo a intentar levantarse, y, tal vez lo hubiera hecho, de no ser porque la sombra la había mantenido quieta. Alicia no se había percatado de la pose comprometedora en la que se encontraba con ese ser antropomofo y sombrío.

- Te harás más daño.

Habló, de pronto, sorprendiendo a la rubia. Tenía una voz masculina, distorsionada pero profunda, no llegaba a ser desagradable al oído.

- Ese hombre...

Miró la sombra al cuerpo sin cabeza del enfermero.

- ... hay que esconderlo.

Alicia iba a volver a tratar de levantarse, pero la sombra, de nuevo, la detuvo.

- No, quédate aquí, y no te muevas.

La ordenó, en un tono que Alicia no supo si tomárselo como una sugerencia o una amenaza. Por el momento, decidió confiar en ese ser sombrío que la había salvado.

Después de un rato, la sombra volvió a la enfermería.

- Te has movido.

○~Sobrenatural~○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora