Mi Tentación (Elrubius y tu HOT)

Capítulo 48

Mi alarma suena haciendo que me esconda entre las almohadas, la apago y me vuelvo a esconder. No quiero ir todavía allí porque no estoy preparada, ¿qué pasará si me encuentro con alguno de ellos? Solo de pensarlo mi piel se pone de gallina. 

Solo tengo que actuar de la manera más fría, eso es, si me encuentro con alguno de ellos solo tengo que saludar y punto. Aunque puede que ninguno de ellos me saluden y lo vería de la forma más correcta. Solo lo hago por su bien, y tú me preguntarás ¿y por qué te alejas ahora? 

Sé que tuve que hacerlo hace muchísimo tiempo, pero la vida me había dado tantas patadas que ver un poco de luz hizo que me sintiera en un lugar protegido como si fuera mi casa, es como si esa luz fuera la esperanza que me estaba otorgando la vida. Y esa luz es mi mejor amiga Judith. Ella sabe todo de mí y fue la única que no se alejó de mí, y le cogí tanto cariño que apartarme de ella sería como volver a perderme. Porque básicamente ella es la que complementa mi vida y no habrá nadie que esté a su altura, ni siquiera Tom. 

Y no quiero perderle, prefiero que solo me hagan daño a mí, pero ella con toda su valentía me prometió que estaría ahí siempre, ¿y qué hago yo? Desaparecer de la nada y dejarle una misera nota como Araceli de la serie de "La que se avecina". Pero, chicos... Mejor hacerlo temprano antes de que sea tarde. 

Mis pensamientos son interrumpidos al notar como aporrean mi puerta de una manera salvaje y escucho a través de esta:

-Venga, __________. Vamos a llegar tarde al aeropuerto, sal de la cama sino quieres que te saque a cubetos de agua.

-Vale, ya voy.

Hago mi rutina diaria de la forma más rápida que me puede permitir mi cuerpo, al salir del hotel veo a Tom apoyado en un taxi, pero lo más curioso es que solo veo la única maleta que me faltaba y no hay rastro de la suya.

-¿Y tú maleta?

-No iré, acuérdate que tengo que terminar unos asuntos primero en Los Ángeles. Mañana me iré y volveré dentro de unas semanas, puede que en un mes.

-De acuerdo. Ten cuidado, por favor. 

-Si, pequeña. Anda, sube que vas a perder el avión.

Le hago caso y me despido con un fuerte abrazo, me subo al coche y me dirijo al aeropuerto. Después de unos quince minutos charlando con el señor, el cual me ha contado su vida y  al enseñarme sus hijos me he enamorado de ellos al instante. El pobre ha tenido una vida demasiado dura, pero según él esta ha empezado a tornarse a una mejor. 

Le pago el viaje y le dejó una gran propina, el señor comienza a llorar y dice que el altísimo tendrá ese gran acto en cuenta, y lo único que puedo hacer es sonreír y marcharme mientras le deseo una buena vida. 

Llego al embarque y me dispongo a subir para regresar de nuevo a España. 

 < 9 horas más tarde>

Cojo la maleta, pido un taxi y le indico la dirección de mi nueva casa. Me arreglo un poco el pelo y me quito algunas la gañas después de haber dormido de lujo. Tardo treinta minutos al  llegar a mi casa y por fuera ya me causa buena impresión, porque es algo que he soñado desde siempre. 

La casa es construida con ladrillos de un tono grisáceo, las ventanas de cristal están situadas en la sala de estar, en el salón, en el dormitorio y una pequeña situada arriba que supongo que es la buhardilla. La puerta de madera tiene un vano ovalado. Al entrar por dentro todo está organizado. El suelo es de madera, las paredes por dentro están pintadas de un blanco roto que rompe con los armarios negros. La cocina es una pequeña, pero perfecta. Las escaleras tienen forma de caracol que me llevan a la primera planta que consta de tres habitaciones: una es el cuarto de baño que es muy moderna, pero me impresiona la mampara de cristal debido a su tamaño; la habitación  me transmite calidez y es muy acogedora. Y voy a la última habitación que al abrirla me deja con la boca abierta, es un estudio que consta de un pequeño banco pegado a la pared, un escritorio y una enorme estantería con todos los libros que soñaría cualquier persona. 

Salgo al pasillo y veo que cuelga una cuerda que al tirar de ella se abre una escalera que seguramente te conduce a la buhardilla. 

Me dirijo al cuarto y me hecho en la cama pensando que Tom se ha currado mucho esta casa en tan solo un mes, es como si supiera que le iba a pedir una casa para mí sola. El cabrito lo tiene todo calculado.

Me entretengo a meter la ropa restante y de mandarle un mensaje a Tom donde le escribo que he llegado bien y le agradezco por la casa y haberme ayudado. Me doy una ducha y me acuesto para empezar un nuevo día.