Capítulo II

3.2K 197 16
                                    

Una vez que Katherine llegó a la enorme mansión Sullivan, contempló una vez más los detalles y empezó a pensar en todo lo que iniciaría después de ese día. Al imaginarse trabajando allí como la criada de una familia poderosa, no pudo evitar sentir como sus latidos se le aceleraron tanto que le dolió.

«Que nerviosa estoy», pensó ella ruborizada y algo asustada. «No puedo creer que tenga la oportunidad de...»

—¡Ah, por fin llegas!

Katherine dejo de soñar despierta al oír una voz femenina acercándose. Al mirar vio a una mujer un poco mayor que ella, con gafas de cuelga sobre la nariz y vistiendo un vestido negro con delantal blanco.

Seguramente era una sirvienta de la casa. La mujer estuvo ante ella con mala cara, molesta. Se colocó las gafas con el dedo índice, un gesto muy común en gente como esa.

—¡Ya era hora que llegaras jovencita! —exclamó esa mujer enojada. Katherine se asustó—. El joven amo estaba esperando tu llegada, y gente como él no se le debe hacer esperar.

—Lo siento mucho, acabo de llegar aquí... —se disculpó la joven inclinándose un poco hacía delante, intimidada.

—En fin... Lo importante es que has cumplido el plazo, ahora venga. Te llevaré ante él —dijo la mujer dándose la vuelta—. Me llamo Sofía, y soy la ama de llaves. Por tanto, tu superior como sirvienta de esta casa.

—¡S-¡Sí, señora! Mucho gusto —saludó Katherine nerviosa—. Yo soy Katherine Jackson, pero puede llamarme Kath.

—Katherine Jackson, eh —repitió Sofía mirándola de reojo, de pies a cabeza—. Mmm... Pareces una chica educada y servicial. Puede que el Joven Amo Nathan te acepte oficialmente.

Con eso dicho terminó la conversación. Se puso en marcha seguida por Kath en silencio. Al estar dentro de la mansión, la joven pudo ver lo enorme que era también por dentro.

La mansión estaba llena de cuadros, todos decorados en azules y verdes oscuros acompañados de bordes dorados.

Era estilo aristócrata, pero con algunos rasgos de la realeza.

La familia Sullivan sí que debía ser antigua.

Subieron por las escaleras principales del recibidor al segundo piso, iluminado por lámpara de pared doradas. Kath fue mirando hasta que Sofía se detuvo ante una doble puerta. Tocó dos veces.

—Amo Nathan, ha llegado la nueva sirvienta —anunció ella seria y educada.

—Muy bien. Hazle pasar.

Sofía abrió la puerta, dejando paso a Kath que entró con los ojos cerrados algo insegura y tímida. Sofía no entró, cerró la puerta y dejó a su amo con la nueva sirvienta.

Al mirar hacia delante suyo, pudo ver al dueño de esa casa sentado en su escritorio en medio de una gran sala, seguramente el despacho. La luz de fuera le impidió ver bien su rostro.

Entonces, el hombre se puso en pie al acercarse.

—Buenas tardes, señor Sullivan —saludo Kath formalmente haciendo una reverencia educada—. Soy Katherine Jackson.

—Me alegra conocerte al fin en persona, señorita Jackson —dijo el joven amo rodeando la mesa hasta estar cara a cara ante ella—. Eres más joven y atractiva de lo que imaginaba, teniéndote al fin tan cerca, me doy cuenta. Me alegra haberte elegido para el puesto.

—Ohm... Gracias señor.

La chica se ruborizó un poco al ver finalmente el rostro de Nathan Sullivan. Era un chico bastante atractivo, de ojos azules celestes, parecidos a los ojos de los lobos, fieros y hermosos, Tenía una melena de color negro azabache que llegaba hasta la nuca.

De cuerpo estaba bien, corpulento y delgado. Claramente tenía unos 25 años. En esos momentos, Nathan mostraba una sonrisa sarcástica mientras cruzaba los brazos y se apoyaba en la mesa, mirándola a ella de arriba abajo.

—Dime, ¿por qué te interesa trabajar de sirvienta en esta casa, Katherine? —preguntó Nathan sonando curioso e interesado. La joven cabizbaja se puso más nerviosa.

—Pues... ehm... —tartamudeó ella nerviosa, pero enseguida se calmó y lo miró a los ojos—. Pienso que el trabajo de una sirvienta es el más indicado para mí. Creo estar capacitada para cualquier tarea doméstica, sea en una casa o en una mansión.

—Vaya, te veo muy segura —dijo él sorprendido—. ¿Y a qué se debe eso? —preguntó mientras paseaba alrededor de ella.

—Bueno, yo... Vengo de una familia con inmensos valores de trabajo duro y respeto, desde niña me han preparado para servir y ser útil para así ganarme el pan dignamente, no hay labor domestica que no sepa hacer ni trabajo duro que no esté dispuesta aprender y realizar... He llegado a las puertas de su hogar decidida a serle útil y leal si me da la oportunidad.

—Mmm... Interesante determinación —halaga él. Kath se ruborizó tímida pero feliz de gustarle—. Entonces, sabes básicamente en qué consiste el trabajo de una sirvienta ¿no es así?

—Sí señor —afirmó ella segura.

Ante esa respuesta firme y directa, el joven Sullivan la miró a los ojos. Vio que hablaba muy en serio. La chica parecía realmente obediente y servicial. Digna sirvienta sin duda. La miró pensativo y sonriendo levemente. Esa sonrisa intimidó un poco a la chica.

Entonces, Nathan se acercó más a ella hasta estar inclinado sobre su hombro rozando su melena caoba, oliendo su perfume. Kath pestañeó confusa y nerviosa... Su corazón latía con mucha fuerza. Nunca le había pasado nada semejante.

—Se... ¿Señor Sullivan? —llamó ella nerviosa.

Él volvió a ponerse firme y mirarla con una mirada amable e inocente.

—Contratada —dijo él. Ella lo miró perpleja—. Bienvenida a la Mansión Sullivan, Katherine Jackson.

—¡¿En-En serio?! —exclamó ella sorprendida y emocionada como una niña pequeña—. ¡Muchas gracias!, de verdad.

—Deberás adaptarte enseguida a la casa y los cuidados de esta. Sofía te ayudará con tus cosas y tus dudas sobre limpiar, servir y preparar eventos... Y debes saber que hay otras cosas que te pediré y que no puedes oponerte...

—¿Eh? —dijo ella confusa, pues que otras cosas podría traer este trabajo además de lo ya mencionado.

—Soy Nathan Sullivan... El conde más poderoso e importante de esta región, muy pronto... de este país —se auto presentó él con la mano en el pecho, orgulloso y decidido—. Por tanto, no deberías cuestionar las órdenes que te dé, sean las que sean.

—S-Sí señor...

—La obligación y el deber de una sirvienta de tu nivel... es velar por el bienestar y felicidad de su señor, o sea... Tu deberás mantenerme contento, estar siempre disponible cuando te necesite y hacer todo lo que te ordene en el momento y en el lugar que esté ¿entendido? —ella nerviosa se sintió intimidada por la mirada profunda del joven amo—. Bien, ya puedes retirarte e instalarte. Mañana a primera hora empezarás a trabajar, hazle caso en todo a Sofía, pues te pondrá a prueba durante la primera semana, si la superas... serás definitivamente sirvienta de la familia Sullivan.

—¡Si, señor! ¡No le fallaré!

Con eso dicho terminó la presentación y la contratación. Katherine se marchó del despacho contenta y feliz. Sofía ya estaba al tanto de lo que tenía que hacer así que dejaron al joven amo Nathan a solas en su despacho.

El moreno se sentó de nuevo en su silla, acomodándose hasta tener la mejilla sobre su mano apoyada en el brazo de la silla, pensativo y satisfecho.

—Katherine Jackson... —nombró él sonriendo con sarcasmo y diversión—. No hay duda. He hecho bien en traerla aquí. Será interesante conocerla de pies a cabeza, por dentro... y por fuera.

La Perfecta Sirvienta (Perfectas I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora