Capítulo LV

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Kath dio un respingo al escuchar la voz femenina a su espalda. Se dio la vuelta y vio a una hermosa mujer morena de pelo negro y ojos verdes oscuros. Tenía una belleza salvaje y peligrosa, al igual que su sonrisa felina. Su porte la hizo desconfiar. Le resultaba muy familiar.

―Por fin nos conocemos. Quería conocerte en persona y saber cómo eras en realidad.

―¿Quién es usted? ¿De qué me conoce? ―preguntó Kath con el ceño fruncido.

Fue en ese momento en que Kath se percató de que esa mujer no estaba sola. Iba escoltada por varios hombres vestido de negro, armados y con malos humos. Estaba claro que eran sus guardaespaldas y que eran capaces de cosas atroces.

Kath sintió un escalofrío al verlos. Algunos le sonreían con malicia. Les sonaba de algo.

―Tu y yo tenemos algo en común ―respondió la mujer, sonriendo con cierta malicia―. Mi marido, Josef Cortés ¿le recuerdas?

Al escuchar ese nombre, Kath abrió los ojos como platos y empezó a temblar, a recordar a ese hombre y lo que hizo. Entonces recordó de qué le sonaba ella y sus guardaespaldas.

―Usted es su...

―Soy la marquesa de Puerto Rico y esposa de Josef Cortés; Francisca Montenegro de Cortés.

―Es su... esposa.

Francisca sonrió divertida al ver la cara de sorpresa de la chica, lo mismo hicieron los hombres que la acompañaban. Esa sonrisa hizo que Kath retrocediera unos pasos. No se sentía segura con esa mujer y sus lacayos delante, a pesar de la multitud que había en ese momento en la calle.

―¿Qué quiere usted de mi? ―preguntó ella, mostrándose valiente ante ellos.

―Tranquila ―dijo la mujer haciendo un gesto con las manos―. No te guardo ningún rencor por haber metido a mi marido entre rejas. En el fondo se lo merecía por idiota ―aseguro ella sonando totalmente sincera―. Eso sí, tengo ojos y oídos en todas partes. Incluida la Mansión Sullivan.

Kath sintió un escalofrío por la espalda, temiendo lo peor.

―¿Qué quiere decir con eso?

Kath vio como la marquesa se acercó a ella hasta estar cara a cara. Entonces se inclinó hasta su oreja. Kath no se movió en ningún momento.

―Sé de tu relación amorosa con Nathan. Lo sé todo.

El peor temor de Kath se confirmó con esas palabras; su relación con Nathan había sido descubierto. Esa mujer era muy poderosa y tenía medios suficientes para hundir al Conde Sullivan con un simple rumor circulando por la ciudad.

Ella había jurado proteger a su amo como él la protegió a ella antaño. Y pensaba cumplirlo.

Francisca vio cómo las emociones se manifiestan en el rostro de la chica; sorpresa, temor, determinación, desafío... Iba a ser divertido ver qué pensaba hacer esa chiquilla sin fortuna.

―¿Qué es lo que quiere? ―preguntó Kath sonando molesta.

―Quiero ver hasta dónde estás dispuesta a llegar. Y ver por qué lo haces; amor o fortuna.

Kath la miró confundida. Sus palabras no tenía sentido en alguien de su posición. No tuvo ocasión de aclarar nada, ya que la marquesa se dio la vuelta y regresó con sus lacayos. Estaba por marcharse cuando la miró por encima del hombro.

―Vaya con mucho cuidado, Katherine Jackson ―le advirtió ella―. Muy pronto nos veremos.

* * *

La Perfecta Sirvienta (Perfectas I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora