Nathan pudo ver para su desagrado que la sonrisa engreída y arrogante de su primo apenas se inmutó ante esas acusaciones. Y no le extraño. William Ashford era muy buen actor. Y manipulador.
William se acercó un par de pasos más, mostrando una expresión de dolor y sorpresa.
―¿De verdad me ves capaz de hacer semejante monstruosidad a esas pobres inocentes? ¿De violarlas brutalmente contra su voluntad?
―De eso... y mucho más ―dijo Nathan con total seguridad―. Fui testigo de ello una vez. ¿O acaso has olvidado lo que le hiciste a Esther, la hermana de Jon? Ella te rechazó, y como venganza fuiste a por ella y la violaste aquí, en los establos de mi propiedad. Habrías ido mucho más lejos si yo no hubiera aparecido y te hubiera detenido, ¿o acaso lo niegas?
―Me duele mucho que me acuse de esa forma, querido primo ―dijo William, disimulando estar dolido con la mano en el pecho―. Yo que quería darte mi apoyo y consuelo para superar la muerte de tus padres.
―Ahorrate el númerito. Te conozco bien. Y si te permito venir a mi casa es por tu madre que ahora mismo está delicada de salud y no quiero provocarle más disgustos. De eso te encargas tú.
Con eso Nathan quiso zanjar la conversación dándose la vuelta para entrar en casa, pero su primo tenía otros planes.
―Es curioso que me acuse de algo así, cuando tú no estás haciendo algo muy diferente.
Sus palabras hicieron que Nathan de detuviera en seco en medio de los escalones, y se giró sobre su hombro, inquieto por esas palabras.
―¿De qué estás hablando?
Su primo se rió levemente como respuesta.
En ese instante, el sonido de un caballo galopando hacia ellos llamó su atención. Al girarse vieron a Jon llegando a caballo, y Nathan pudo ver que venía muy alterado. Preocupado se acercó a él, temiendo que fuera su hermana Esther o Kath, quien había ido a verle esa mañana.
Al detener a su caballo tirando de las riendas, Jon vio a William de pie ante la entrada. Lo miró con profundo odio, y esté lo sonrió maliciosamente.
―Jon ¿qué ocurre? ―le preguntó Nathan, llamando su atención―. Creía que estabas en casa cuidando a Esther.
―¿Ha llegado Kath? ―preguntó él mientras bajaba de su caballo.
―¿Cómo? ―preguntó Nathan. Su corazón empezó a latir alterado―. Ha ido a tu casa.
―Así es, sí. Pero hace rato que se marchó y debería estar ya aquí. ¿Lo está?
―No lo sé ¡Sofia! ―llamó Nathan. Ella enseguida apareció―. ¿Kath está en la casa?
―No, señor. Aún no ha regresado.
Nathan se puso blanco como la cal al comprender que Kath había vuelto a desaparecer.
―No puede ser... Otra vez no... ―murmuró él, temiendo lo peor.
―¿Amo? ―preguntó Sofía preocupada, viendo a su señor ponerse pálido.
En un instante, Sofía y Nathan vieron como un Jon enfurecido agarraba a William por la solapa de su abrigo y lo empotrada contra el carro, mirándolo totalmente cabreado.
―¿Dónde está? ―le preguntó con la nariz pegada a la de él―. ¡¿Dónde está Kath?!
―¿Por qué debería saberlo? ―preguntó William alzando las dos manos con rendición.
―¡No te hagas el sorprendido, desgraciado! ―gruñó Jon.
―¡Jon! ―Sofía corrió hacia él e intentó hacer que soltará al barón―. ¿Pero qué haces?
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La Perfecta Sirvienta (Perfectas I)
Historical FictionKatherine Jackson es una chica humilde que desea tener un trabajo digno de sirvienta, como tuvieron sus padres. Consigue cumplir su sueño cuando es contratada en la Mansión Sullivan, la casa del Conde más poderoso y respetado de la ciudad. El dueño...