Capítulo IX

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—Kath, ¿estás bien? —preguntó Sofía—. No tienes cara de haber dormido anoche.

—¿Eh...?

La joven sirvienta estaba limpiando el gran salón de la casa cuando su jefa apareció allí. Realmente tenía ojera marcadas de no haber dormido, Kath sabía perfectamente porqué, pero sería de idiotas decírselo a ella. Sería demasiado vergonzoso.

La chica disimuló una sonrisa, pero para Sofía no fue muy convincente. Sabía que algo había pasado entre ella y el amo Nathan.

—Le pido disculpas, Sofía —dijo Kath haciendo una reverencia educada—. Es verdad, apenas pude dormir anoche. Tuve algo de insomnio, pero estoy bien. No se preocupe.

—¿Pasó algo anoche cuando fuiste a ver al amo Nathan? —preguntó la mujer. Kath se puso tensa sin ponerse recta— ¿Es por eso por lo que no has dormido?

—No, no —negó la chica enseguida, alzándose y agitando las manos delante suyo—. Todo está bien con el amo Nathan... De verdad, solo quiso felicitarme por mi buen trabajo en el poco tiempo que llevo aquí y quiso que siguiera trabajando así de bien.

—¿Solo eso? ¿No era para nada más —preguntó Sofía extrañada y con la ceja alzada?

—No —negó la chica disimulando inocencia y naturalidad. Se le daba muy bien mentir—. ¿Por qué lo preguntas?

—Por nada —dijo la mujer quitándole importancia, pero mostrándose preocupada—. Puedes seguir con tus tareas.

—Sí.

Sofía se retiró del gran salón, dejando que Katherine limpiara cada figura, cuadro y mueble de esa gran sala hasta dejarlo todo limpio y reluciente. Esa era su única tarea del día, pero era un reto, porqué la sala era grande y muy alta.

Un salón para relajarse leyendo o escuchando música por el aparato. Sofía había dejado las puertas abiertas de par en par, y Kath ahora estaba de espaldas a la entrada limpiando las estanterías llenas de libros y enciclopedias.

La chica no pudo oír como alguien entraba e iba directo a ella con sigilo y con las manos listas para cogerla y sorprenderla. El sujeto estaba justo detrás de la chica a punto de cogerla.

—No necesita hacer eso, señor —dijo Kath de golpe. Nathan quedó sorprendido y petrificado—. Puedo ver su sombra.

—Vaya, que fastidio —bufó él con fastidio y molestia, pero cuando ella se volteó, se le olvidó y sonrió—. Deseaba verte.

—Hace solo unas horas me vio, señor —le recordó ella de forma educada y servicial. Nathan la miró con el ceño fruncido—. ¿Necesitaba algo de mí?

—Vaya, veo que vuelves a ser la chica educada y sin emoción de antes. Como si lo de anoche no te hubiese afectado en nada —confesó él algo decepcionado. La chica lo miró parpadeando confusa—. Esperaba verte algo más nerviosa cuando estuvieras a solas conmigo, pero veo que no es así.

—¿Desea que sea así? ¿Tímida y delicada cuando estemos solos? —preguntó ella, ofreciéndole eso. Nathan se sorprendió—. Usted mismo lo dijo anoche. Soy su sirvienta y usted mi amo. Acepté ser su sirvienta y amante en cualquier momento que usted deseará hacerme suya. Puede hacerme lo que quiera en cualquier momento, sin resistencia alguna por mi parte.

—¿En serio? ¿De verdad aceptas esas condiciones sin reclamar nada? —preguntó él sorprendido, y con el ceño fruncido.

—Sí, mi amo —afirmó ella dejando el palo de plumas para quitar el polvo, y extendiendo los brazos en ofrecimiento—. Ya se lo dije en su momento; deseo ser su perfecta sirvienta.

—Ju... Si, ya lo veo —dijo él riendo asombrado—. Muy bien. Ven aquí. —extendió su mano a ella, y Kath le ofreció su mano. Él la arrastra contra su pecho violentamente sin dejar de mirarla a los ojos y dice—: Luego te tocará limpiarlo todo para no dejar rastro.

—Sí, mi amo...

—Veo que apenas has dormido. Bien, entonces... después de esto, te permito dormir hasta la noche. Ya sabes lo que eso significa ¿verdad?

—Sí, amo.

Con eso dicho, Nathan no espero más y la sedujo allí mismo, de pie contra la estantería. Kath se abrazó a él para no caer. Sus lágrimas brotaron levemente mientras ese joven conde la montaba de nuevo y con fuerza. Así sería su condición, y lo aceptaba como podía. Mientras, aquello era escuchado por una sorprendida y petrificada Sofía que se encontraba escondida al lado de la puerta abierta del salón.

La Perfecta Sirvienta (Perfectas I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora