El conde no daba crédito, y menos aun viendo a la joven llorar abiertamente por haberle confesado tal cosa. Kath finalmente había soltado sus sentimientos debido a la excitación e insistencia de su amo Nathan. Ahora se sentía acorralada y estúpida.
Una sirvienta enamorada de su amo. Kath sentía que había fallado en ser su perfecta sirvienta por confesarle su amor de la manera en que lo hizo. Tanta vergüenza sentía que no pudo mirarle más a la cara y se cubrió el rostro con ambas manos.
—Así que... sientes lo mismo ¿eh? —entendió el moreno... entonces se alejó de ella lentamente. La chica lo mira confusa—. Lo siento...
—¿Eh?
Sin decir nada más, Nathan se marcha de su habitación cerrando la puerta al salir. Katherine no entiende nada. ¿Le confiesa sus sentimientos que son correspondidos a los suyos, y él solo se marcha pidiendo perdón ¿Por qué? ¿Por haberla forzado a decirlo? ¿Acaso creería que era mentira? ¿O pensaba que ella sentía solamente atracción porque es un conde rico y poderoso?
Esa idea hizo que la chica se sintiera sucia y dolida, ella no era así... Nunca había sido así. Tan enfadada estaba que se mordió el labio inferior.
Mientras tanto, Nathan caminó apresurado hasta llegar a su habitación y cerrar con llave para que no le molestaran. Con brusquedad aflojó sus ropas y se tiró en la butaca totalmente rendido, suspirando y agotado. Su cuerpo estaba ardiendo de deseo, quería volver a la habitación de Katherine y terminar lo que empezó, pero no podía; La confesión de la chica lo tenía entumecido. No se esperó que la sirvienta confesará sentimientos correspondidos por él, y menos de esa forma tan convincente. Quiso creer que no era verdad, que era la respuesta que ella creyó que quería oír para que se detuviera, pero ese rostro lleno de lágrimas no le dejaba creer eso. Tal vez la cosa estaba peor de lo que imaginaba. Había ido demasiado lejos con esa chica y debía arreglarlo.
Dos días después...
Tras dos días enteros de descanso, Katherine Jackson está completamente recuperada y con muchas ansias de trabajar. Esta vez Sofía no le da mucho trabajo para agotarla, aunque sabía muy bien que su recaída no era provocada por la fiebre. Aun así, disimula y es más amable con ella y con el tiempo ve a una chica realmente mona y amable, al menos para ser amigas fuera del trabajo. Pero, aun así, vio en la chica cierto pesar.
—¿Está todo bien, Kath? ¿Sigues con fiebre? —preguntó la jefa de sirvientas extrañada por la cara de la chica.
—¿Eh? No, estoy bien. No es nada —respondió Kath no del todo convincente, pero concentrada en su tarea de limpiar.
—Ya sé que al principio fui dura contigo, pero entiende que era para asegurarme de que eras digna de este trabajo —intentó explicar la mujer para arreglar incomodidades—. Pero ahora que has demostrado tu potencial para ser sirvienta, quisiera que...
—Agradezco tus palabras, Sofía; de verdad las agradezco —aseguró la chica sonriendo con sinceridad—. No tienes porqué disculparte por esas cosas. Es tu trabajo y responsabilidad. Yo sé cuál es mi sitio y lo respeto.
A la mujer le sentó mal oír eso de la pobre chica que recién estuvo enferma de tanto trabaja y hacer muchas "horas extras" con el amo. A pesar de haberla tratado de forma un tanto dura cuando llegó, admitió su valía y profesionalidad en esa casa durante la semana de prueba.
Sofía debía aprender a tratarla con más amabilidad, aunque no le gustase las cosas que hacía con su amo... Pues finalmente era él mismo amo Nathan quién lo ordenaba.
Sofía se quedó allí de pie viendo como la joven limpiaba los muebles de la sala de estar, una sala graciosa donde se solían celebrar las fiestas. Todo estaba impoluto desde que Katherine llegó, se notaba que Kath venía de una familia de buenos sirvientes.
—Ehm, Katherine —llamó Sofía insegura pero decidida a dar el paso. La chica dejó de limpiar para mirarla. Mira, por hoy ya puedes dejar de limpiar... Todo está lo suficientemente limpio. Si quieres, podemos darnos un pequeño descanso hoy.
—¿Un descanso? Pero, si recién acabo de reincorporarme al trabajo tras estar en cama —dijo Kath algo confusa por esa orden.
—Precisamente por eso creo que es mejor no hacer esfuerzos tras estar enferma. Además, seguro que el Amo Nathan está de acuerdo conmigo que...
—Se lo agradezco mucho, señorita Sofía –interrumpió Kath sonando algo seria. Sofía la miró—, pero prefiero trabajar hoy.
—¿Y eso por qué? ¿Ha pasado algo?
—No. Es solo que... me gusta hacer mi trabajo, nada más —respondió ella apenas mirándola a la cara.
—Muy bien. Como quieras —entendió Sofía sin insistir más—. Puedes... seguir con tus tareas diarias.
Katherine siguió limpiando bajo la atenta y extrañada mirada de su superior. La mujer confirmó sus sospechas. Algo serio había pasado entre el amo Nathan y Katherine, algo que tenía incomoda a la joven, y para olvidarse o no pensar en ello trabaja sin tregua a pesar de haber estado ayer en cama. Sofía no podía decirle nada pues corría el riesgo de delatarse, de hacer saber que lo sabía. En ese momento la campana de la puerta sonaba, Sofía tuvo que ir rápido a recibir a la visita. No recordaba nada apuntado; debía ser una visita inesperada. Rezó para que el amo Nathan no se molestara.
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La Perfecta Sirvienta (Perfectas I)
Ficción históricaKatherine Jackson es una chica humilde que desea tener un trabajo digno de sirvienta, como tuvieron sus padres. Consigue cumplir su sueño cuando es contratada en la Mansión Sullivan, la casa del Conde más poderoso y respetado de la ciudad. El dueño...