¡ sesenta y nueve !

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154 días antes

Jisung dedicaba sus madrugadas a pensar. No hacía más que eso, y llegaba un momento que debía dormir porque sentía que su cabeza estaba próxima a explotar. Miraba a Minho dormir plácidamente a su lado a veces, el brazo derecho del mayor rodeaba su pequeña cintura con amor y se acomodaba cada vez que Jisung se movía. No había mañana en la que Han no despertase con Minho abrazándolo.

Salvo aquellas en las que Lee debía irse temprano a practicar. Esos días solían ser nublados y un tanto frescos, o así lo notaba Jisung. Observaba a Dori dormir sobre sus piernas un rato, y después miraba el escritorio lleno de libros y ropa tirada. Suspiraba y corría suavemente a la gatita de sus piernas. Pesadamente, dejaba su cama y rápidamente ordenaba la habitación. Dori lo seguía a todos lados y Jisung se sentía verdaderamente feliz de tenerla con él. Hacía que la ausencia de Minho doliese un poco menos.

Odiaba desayunar solo mirando los apuntes de sus clases, o escuchando alguna canción romántica de esas que te rompen el corazón justo cuando lo necesitás. 

Jisung se sentía triste. Muy triste como para ponerlo en palabras frente a otras personas. 

Guardó sus cosas en la mochila dispuesto a ir al colegio, pero en vez de eso, se dedicó a deambular por la ciudad toda la mañana. Sus manos se sentían curiosamente frías y sus ojos le ardían; no sabía si era por el viento, la contaminación del aire, o porque estaba haciendo todo lo posible para aguantar las lágrimas. 

Se sentó en un banco bajo un árbol. Su reloj de muñeca marcaba que ya había pasado el medio día y sacó de su mochila un paquete de galletitas de chocolate. Las comió en silencio, mirando detenidamente los autos que pasaban frente a él.

Su corazón dolía y de una vez por todas, aceptó que Minho era la razón. En su cabeza, ideó un ingenioso plan para alejarse un poco de su novio y poder enfocarse en su bienestar. Pero luego de un rato que pareció interminable, llegó a la conclusión de que no sería capaz de distanciarse de Minho. 

Se sentía mal de pensar en el mero hecho de estar sin Minho. Le quemaba en el pecho saber que su bienestar dependía de la presencia de Minho, y sentía el enojo crecer en su interior como un incendio. ¿Qué tan estúpido tuvo que ser para depender de alguien que no sabe lo que quiere?

Lloró todo lo que el agua de su cuerpo de lo permitió y una vez vio que el reloj marcaba las tres de la tarde, volvió a su casa. 

El departamento seguía sin Minho, pero con su característico perfume impregnado hasta en el más pequeño lugar. Jisung decidió que no iría a trabajar. No quería ser una persona triste en un lugar triste porque estaba seguro de que eso lo haría sentirse mucho peor. 

Se recostó en el sillón y Dori se subió sobre su pecho. 

—¿Cómo estuviste, Dori? —la gatita lo miró, chocando su hocico contra la mejilla de Jisung— Yo mal, muy mal creo. Pero voy a estar bien. Uno siempre vuelve a estar bien.

Jisung deseó con todas sus fuerzas que eso sea verdad; cueste lo que cueste, el quería volver a ser la persona llena de luz que fue desde pequeño. 

CRY ━ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora