¡ setenta y seis !

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*ya saben que hacer con la canción; busquen pañuelitos y disfruten <3















día 0

Han Jisung notó que tenía muchísima ropa que no usaba. Que había remeras que solo había utilizado en el probador, o en algún cumpleaños. Minho ya sabría que hacer con todo eso, quizás lo regalaba, o se quedaba con todo aunque le quedase un tanto pequeño.

Dori pasó toda la tarde durmiendo sobre Jisung, amasándolo con sus patitas y ronroneando cuando recibía mimos entre sus orejitas; Han pensaba que quizás ella era consciente de lo que pasaba, quizás sentía las vibras nostálgicas y tristes del ambiente.

Le entristecía saber que Dori también sufriría. 

El reloj de su muñeca marcaba las diez pasadas de la noche cuando la puerta rechinó, avisando que Minho había llegado. Jisung dejó a la gatita sobre el sillón y se levantó; su corazón latía aceleradamente y sentía sus manos temblar. Tenía miedo, estaba nervioso e inseguro. De verdad iba a hacerlo.

—Bebé, llegué —dijo Minho aún desde la puerta, seguro estaba sacando el celular de la mochila y dejando a esta en el perchero, una vez vio a Jisung, sus pasos se detuvieron y se quedó mirándolo fijo—. ¿Pasó algo? ¿A dónde vamos? ¿Vacaciones sorpresa?

Jisung sonrió triste y negó con la cabeza.

—No vas a ningún lado, Honey.

Minho observó el rostro de Jisung y no hizo mas que acercarse a él y abrazarlo. Sus brazos envolvieron la espalda y nuca de Han, pegándolo contra su cuerpo. Entendía todo lo que pasaba, pero se negaba a aceptarlo. ¿Ese era su final?

—Vamos, Sungie... No tenés que hacer esto.

—Sí —se separó despacio del abrazo y sus ojos se clavaron por primer vez en los orbes oscuros de su novio—. Si, tengo que hacerlo. 

Minho negó, mordiendo su labio inferior a la vez que sus cejas se juntaban en una mueca de tristeza y su mentón comenzaba a temblar.

—Vamos a arreglarlo, bebé. Yo te prometí que iba a resolver todo y vas a ser el nene más feliz del planeta. Vamos a ser los más felices del mundo —Minho hablaba brusco y entrecortado, y con cada palabra que soltaba, el corazoncito de Jisung se achicaba más y más—. Solo... No te vayas, Sungie. No me dejes. No nos dejes, Dori tampoco quiere que te vayas. 

—Minho —Jisung tomó el rostro del mayor entre sus manos, limpiando algunas lágrimas de sus mejillas. Minho lo miró—, mi amor. No lo hagas más difícil, por favor. 

—No quiero que te vayas.

—Pero tengo que irme, Honnie. Te amo lo suficiente como para no dejar que esto nos consuma y aunque no quiera irme, sé que es lo mejor. ¿Sí?

Minho lo observó con sus ojos llenos de dudas y lágrimas. Negó una y otra vez, volvió a abrazar a Jisung y dejó besos en todo su rostro.

—Hyung...

—Sos mi bebé, no podés irte. Tengo que cuidarte, y ayudarte a buscar una universidad para el próximo año, y tenemos que adoptar más gatitos que necesiten una familia como nosotros para darles mucho amor. 

Jisung sonrió nostáglico. 

—Quizás algún día... Quizás nos reencontremos, más maduros, menos asustados —Jisung dejó un suave beso sobre los labios de Minho, acariciando su mejilla izquierda al separarse. Sus frentes seguían juntas y sus narices se rozaban—. Si aquella vez en el supermercado tenías razón... Si nuestro hilo rojo está unido vamos a encontrarnos otra vez.

—¿Y si no? —la voz de Minho tembló, ¿qué haría él sin su solcito?

—Y si no, vamos a encontrar la forma de ser felices separados. 

Jisung se alejó de Minho. Tomó su valija gris y dejó la copia de las llaves del departamento sobre la mesita ratona. Todo, bajo la expectante mirada de su mayor, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas regordetas y rosadas. 

Jisung se paró junto al marco de la puerta, acarició a Dori por última vez y dejó un último beso sobre la mejilla de Minho. 

—Voy a esperarte, Sungie —Minho habló cuando Han ya se encontraba frente al ascensor, sintiendo como una parte de él se iba, se iba y no miraba atrás. ¿Decirle que quizás se reencontrarían era una forma de aliviar el dolor de la roptura?

Jisung entró al ascensor y Minho lo observó desde el pasillo. Las puertas comenzaban a cerrarse e intentó guardar en su memoria el rostro de Minho lo más claro que podía. Todos los recuerdos y todas las fotos que su mochila podía cargar se iban con él, y otro tanto se quedaban en ese pequeño departamento. 

—Te amo, Minho. Y siempre, hasta el final de mis días, voy a amarte. 



CRY ━ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora