¡ treinta y cinco !

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Minho se despertó con el cuerpo de Jisung sobre el suyo y sus piernitas rodeando el suyo. Su cintura era tan pequeñita que podía rodearla completamente utilizando un solo brazo. Se quedó en silencio observando al menor, sintiendo la paz que le transmitía verlo dormir tan tranquilo. Jisung era su propio placebo, su píldora de felicidad. Si tenía a su pequeño novio con él, todo estaría bien. 

Después de un rato, Han se removió despacito y levantó suavemente su cabeza, encontrándose con los ojos llenos de amor de Minho. Sonrió tímidamente y se acercó a sus labios para dejar un largo beso allí. Las manos del mayor se posicionaron en la espalda baja del peliazul debajo de su remera, acariciando suavemente allí. Jisung sonrió y llevó una de sus manos a la nuca de Minho para profundizar el beso. 

Las caricias que Lee hacía sobre la piel de Jisung siguieron subiendo hasta el punto de querer sacarle la remera al pequeño Hannie.

—No deberíamos subirnos de tono ahora...

—¿No? —preguntó el mayor con una sonrisa torcida, para luego volver a besar a su novio.

Jisung dejó escapar un suave quejido, dándole a Minho la oportunidad de atrapar su labio inferior con los dientes y morderlo. Se separaron cuando el menor necesitó tomar aire, y Lee llevó su pulgar a los labios de Jisung y los acarició, a la vez que Han acariciaba los cabellos oscuros de su novio.

—Buenos días, bebé.

—Buenos días —Jisung sonrió y dejó un corto besito en la mejilla de Minho—. Voy a preparar el desayuno. ¿Qué te gustaría desayunar? Dado que dentro de dos días es tu cumpleaños, hoy voy a dejarte elegir.

Minho rió y atrajo el cuerpo del menor contra su pecho.

—Cualquier cosa que prepares va a estar bien.

—Entonces podés desayunarme a mí.

—Nunca tuviste una idea tan buena.

—¡Ey! Mis ideas siempre son buenas —se quejó Han, colocando ambas manos en el pecho del mayor para alejarse. 

—¿Vos decís? —Jisung hizo un puchero y sus ojos se cerraron levemente. Minho lo notó al instante— No bebito hermoso, tenés razón. Tus ideas siempre son buenas.

—Gracias, Hyung —Jisung sonrió y se levantó de la cama—. Voy a hacerte el desayuno, no te levantes, ¿si?

El mayor asintió y sonrió al ver a Sungie dejar la habitación colocándose un suéter suyo que le llegaba hasta la mitad de los muslos. Su novio era tan precioso.


CRY ━ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora