¡ setenta y nueve !

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427 días después

Minho tomó su mochila y salió del salón de prácticas colgándosela sobre el hombro. Sin embargo, no había llegado a dar el tercer paso cuando una voz lo llamó desde la sala.

—Minho Hyung, se olvidaba su campera.

—Oh, gracias, Junghwan. A veces soy muy olvidadizo —Minho sonrió y agarró la prenda que el menor le tendía.

—Termine bien su día, Hyung —las mejillas del muchacho se tiñeron al decir eso, le tenía mucho cariño a su tierno, amable y bonito profesor de baile.

—Igualmente, Hwannie.

Minho rió al ver el nerviosismo reflejado en el rostro de su alumno y dejó el lugar.

Por un momento, quiso mandarle un mensaje a Changbin para salir, pero seguro le diría que estaba cuidando a Felix, y Hyunjin probablemente inventaría una excusa tonta para no ir. Sin embargo, cuando salió del edificio donde dictaba sus clases y sintió el aire fresco del atardecer chocar contra su rostro, decidió que sentarse en el balcón de su departamento mientras leía sería el mejor plan que se le pudo haber ocurrido. 

Al llegar a su hogar, Dori lo recibió maullando y restregándose contra sus piernas. A Minho le alegraba mucho eso, porque luego de que Jisung se fuera, la gatita había estado ignorándolo por unos meses. 

Luego de ducharse, preparó un café y eligió un libro de la bonita estantería color crema que él mismo había armado. Casualmente, el libro que había seleccionado era el favorito más favorito de los favoritos de Jisung. Nunca había tenido mucho tiempo de leer mientras estudiaba, pero ahora que únicamente se dedicaba a su trabajo, le había dado una oportunidad a la lectura. Pensó que a Jisung le hubiese entretenido mucho hablar de sus libros favoritos con él. 

Minho suspiró profundo, mirando las hermosas luces que decoraban la ciudad. Desde su balcón podía ver el edificio donde trabajaba, su vieja universidad, la casa en la que vivían Changbin y Felix, el estudio de Chan, la casa de la madre de Jisung y el lugar donde habían enterrado a la abuela de Jisung unos meses atrás. Ahí fue cuando se enteró que el menor estaba en Londres, y se sintió de verdad feliz por él. Solía ir los fines de semana al cementerio a dejarle flores a Myeong, la mujer había sido muy agradable y radiante hasta sus últimos momentos, y Minho estaba feliz de haber compartido momentos muy divertidos con ella a pesar de ya no estar con Jisung. 

Se acomodó contra el respaldo del silloncito, y colocó en aleatorio la reproducción de su playlist favorita. Se sentía en paz. 

Siempre supe que después de tantos años
Habría risas, habría lagrimas
Pero nunca pensé que me marcharía
Con tanta alegría pero con mucho dolor
Y es difícil decir adiós

Había momentos en los que le gustaba pensar en Jisung. Qué estaría haciendo, si comería bien o dormiría lo suficiente. Le gustaba pensar en lo difícil que había sido para él los primero meses sin Jisung. Suponía que para Hannie también fue muy complicado, pero estaba seguro de que era mucho más capaz que él para superarlo.

Jisung era fuerte. Él no. 

Pero hizo lo que mejor le salió. Terminó su carrera, cuidó de Dori y la pequeña familia de Jisung siempre que podía, y consiguió un trabajo estable en una prestigiosa empresa de entretenimiento. Si Sungie alguna vez volvía, él estaría listo para darle todo lo que se merecía. 

Estaba extrañamente feliz. Con Dori sobre sus piernas, el libro en la mesa y el café entre sus manos. Mirando las pocas estrellas que había en el cielo esa noche, y se preguntó si Sungie también miraba las estrellas y pensaba en él. Después de todo, no estaban tan lejos; al menos estaban bajo el mismo cielo.

CRY ━ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora