¡ setenta y siete !

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10 días después

Minho sentía su cuerpo sumamente cansado, y bajo sus ojos había enormes ojeras. El departamento era un desastre, con las cosas esparcidas por ahí, los platos utilizados sobre el lava manos y los potes de fideos instantáneos sobre la mesada. 

Todo, era un desastre.

Las pocas energías que le quedaban, las enfocó en estudiar y trabajar; tenía un promedio que mantener y una gatita a la cual comprarle juguetes. Sin Jisung a su lado, no tenía a quien mimar.

Una noche, mientras intentaba estudiar, la puerta de su apartamento fue golpeada. Minho se levantó de la silla con la intención de que sea JIsung, diciéndole que lo extrañaba, que lo necesitaba a su lado y que irse había sido un completo error. 

Abrió con una sonrisa en su rostro, que se fue borrando lentamente luego de ver a Changbin y Hyunjin en la puerta. ¿Se decepcionó porque Jisung no lo había ido a buscar? ¿A quién iba a abrazar toda la noche si no fue Jisung quien golpeó la puerta?

—¿Cómo estás? —preguntó Hyunjin entrando al departamento y apoyando cuidadosamente su mochila en el sillón— Seguramente mal, entonces por eso trajimos mucho alcohol. ¿Te va?

—Tengo que estudiar —dijo Minho, dirigiéndose hacia donde había dejado sus libros. 

—Te recuerdo con todo el amor del mundo, que Jisung se hartó de que no le prestases atención por estar estudiando excesivamente y por eso se-

Las palabras de Changbin se vieron cortadas por un estruendoso ruido en la cocina. Los dos muchachos, asustados, fueron hasta allí y la escena con la que se encontraron les rompió el corazón. 

Minho yacía en el piso, apoyado en la pared con su rostro entre sus rodillas y abrazando sus piernas. Los libros que antes estaban en la mesa, ahora decoraban el piso junto con pedazos de la taza que se rompió cuando impactó contra las baldosas .

—Minho...

La voz de Hyunjin sacó a Lee de su burbuja de llanto y se dio cuenta de lo que había hecho.

—No, no, no. Hyunjin la taza —Minho se movía bruscamente intentando juntar todos los pedazos de la taza que había tirado en su pequeño ataque de ira. 

Changbin se arrodilló junto a Minho, abrazándolo con cariño mientras Hyunjin juntaba las piezas rotas. 

—Me la regaló Jisung, Binnie. La taza me la regaló Jisung.

Minho se aferró al cuerpo de su amigo, sintiendo todo su cuerpo romperse al igual que la taza. 

—Vamos a repararla, ¿si?

—Las cosas rotas no pueden arreglarse.

—Sí, se puede —Hyunjin suspiró, y sabiendo donde dejaba las cosas su mejor amigo, buscó pegamento y pintura.

Volvió después de un rato, encontrándose a Minho sentado sobre la mesa, con Dori a su lado mientras intentaba juntar las piezas. Changbin lo ayudaba y le contaba cosas triviales que a Minho no le importaban ni un poquito, pero que lo distraían de lo mal que se sentía. 

—Bien —Hyunjin dejó las cosas frente a Minho—. Lo que vamos a hacer es pegar todas las piezas con este pegamento, y como lo mezclé con pintura dorada, va a verse donde estuvo rota.

—Va a quedar feo —Minho se quejó, volviendo a sentir su mentón temblar—, a Sungie no le gustaría.

—No queda feo. Y además va a ayudarte. Dame los pedacitos —pidió, y Minho se los dio, bastante dudoso de lo que Hwang haría a partir de ahí. 

Hyunjin pegó algunos pedacitos hasta formar la base y la manija de la taza. Minho no quería que esas líneas doradas estropearan el tierno arco iris que tenía dibujado la taza. Justo cuando iba a quejarse, Hyunjin le ganó de mano.

—Es una técnica japonesa —explicó, sin sacar sus ojos de la taza y su detallado trabajo—. Las roturas y reparaciones forman parte de la vida del objeto —levantó su cabeza y golpeó suavemente el pecho de Minho antes de volver a su trabajo—, y también de tu vida, la mía, o la de Changbin. Todos nos rompemos y luego volvemos a armarnos. El hecho de pintar las uniones de los pedacitos con dorado hace que esas roturas se vean. Embellecen el objeto y cuentan su historia. 

Minho observaba fijamente la taza, y no fue hasta que Hyunjin terminó de pegar los trozos de cerámica hasta que alguno de los tres volvió a hablar.

—¿Por qué un arco iris? —preguntó Changbin al ver el diseño del objeto.

—Jisung tenía trece años cuando me la regaló —sonrió nostálgico y bajó de la mesa. Tomó la taza y la dejó en una repisa para exhibirla —. Está linda.

Hyunjin asintió y dejó la cocina rumbo a la sala de estar. Tomó las botellas que había dejado sobre la mesita ratona y volvió a donde estaban sus amigos. 

—Ahora si, ¿querés tomar hasta olvidarte hasta de tu nombre? 

Minho asintió. Quería sanar, quería estar bien como Jisung dijo que estarían. Si se reencontraban, él sería una nueva persona, más madura y lista para enfrentar las responsabilidades que conlleva una relación seria.

Minho estaba listo para unir sus pedacitos y exhibir sus heridas como la taza que yacía sobre la repisa. 

CRY ━ MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora