2 "Soplos de tu ausencia"

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Vicenta
Me despido de mi gringo con un dolor que se incrusta en el profundo de mi alma. ¿Cómo se hace para aceptar la ausencia? No lo sé pero es algo que me va tocar vivir, de aquí en adelante hasta que regrese mi amor. El señor agente se me acerca y me extiende la mano diciendo:

—No nos hemos presentado, soy Jackson Smith y yo me voy a encargar de su novio.-me dice con una sonrisa, en la cual no sé si confiar.

—Marido, señor Smith, él es mi marido y el papá de mi hijo. Se lo encargo mucho porque él y mi bebé son lo más importante para mí.- le digo mirándole fijamente a los ojos.

—Tranquila, aquí lo vamos a proteger pero eso sí, nos va a tener que ayudar a capturar al capo Romero.

-Yo podría hacer eso encantada de la vida, pero ahora no estoy yo sola porque tengo un hijo en mi vientre que necesita de mi protección. Ya cometí ese error y por eso estoy perdiendo a Daniel. No soportaría perder a mi bebé también-le digo al señor-Pero nos mantenemos en contacto para que usted me de noticias de mi marido ¿verdad?

—Sí, ahora con permiso, me tengo que llevar al señor Philips.

—Hágale ¡me lo cuida con su vida!-le digo con mis ojos llenos de lágrimas

—Ok.

Suben a Daniel al helicóptero para llevárselo a quien sabe dónde porque no me quisieron decir pero al menos me queda la tranquilidad que aunque lejos de mí, va a estar a salvo y lejos de toda la escoria de México. El helicóptero despega y veo como se eleva y se va llevándose a Daniel, me siento cada vez más lejos de él. Mendiola pone su mano en mi hombro y me dice:

—Vicenta, yo sé que no es el mejor momento pero tengo que darte una noticia-me dice con una mirada triste.

—Y ahora ¿qué fregados pasó?-le digo algo cansada de todo.

—Frida Cuevas salió de la cárcel y me contactó para que te dijera que le devolvieras a Diego.

¿Qué? Mi Dieguito también se me va. Yo sé que no lo parí pero lo amo como tal. Cometí un error muy grave y ahora lo estoy pagando demasiado caro: confié en quien no debía y por eso me estoy quedando sola ¿sola? ¿Qué dices, Vicenta? Ahora nunca más vas a estar sola porque esa pequeña vida que llevas en el vientre, fruto del amor más puro e intenso de este mundo, va a ser tu compañía. Me seco las lágrimas y respondo:

—Dile que pasado mañana le traigo a Dieguito a tu oficina a las 1:00 pm.

—Está bien pero ¿estás segura de que puedes manejar así en ese estado?-me dice preocupado

—Gracias por preocuparte, mijo, pero traje a Bebote, me está esperando en la troka.-le digo con una sonrisa falsa

—Ok.

—Oye Mendiola...

—Dime.

— ¿Por qué te preocupas tanto por mí?

—Daniel era como un hermano para mí y los últimos días estuvo un poco raro... como si presintiera que se iba a morir o que le iba a pasar algo-me dice triste y noto algo de nostalgia en su rostro.

— ¿Cómo así?-le pregunto asustada.

—Me pidió que si algo le pasaba, que te cuidara y te ayudara en lo que pudiera.

¡Qué tonta fui! Seguramente Daniel no me dijo nada porque siempre lo andaba regañando por todo. Y pensar que pude haber evitado todo esto pero ¡claro! Vicenta Acero tenía que ser más coyote que esposa y que madre.

Pego un grito de rabia y me arrodillo, Mendiola me abraza y me dice:

—Ya, tranquila. Perdón, no debí decirte eso.

[1] Cenizas de un lazo de Acero [Señora Acero: la Coyote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora