52 "Fuera de frecuencia"

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Vicenta
-Entonces, ¿por qué suenas tan raro?-Le digo sentandome en un sillón,

-Ya te lo dije.-Duce sin verme

-Y yo ya te respondí.-Respondo

-Pero...

-Daniel, no quiero hablar de eso porque ya lo hablamos y no me quiero enojar.

-Pero, entiéndeme, Vicenta. Cuando te veo con él, siento que te va a arrebatar de mi lado porque él vivió demasiadas cosas contigo y con Danielito. Tengo miedo, pavor de que no estés segura.-Dice viendome.

-¿Otra vez esa cantaleta, Daniel? Mira, no quiero hablar de esto.- Digo cansada- Mejor me voy y cuando se te pasen los celos, me dices.

Sigo caminando hasta llegar a mi cuarto. Entro y agarro las llaves de mi carro. Salgo rápido y me subo a la camioneta. Estoy prendiendo el motor cuando escucho la otra puerta abrirse; es Daniel que me dice:

-No te voy a dejar ir así. No quiero que te pase nada.-Dice agarrando mi mano.

-No me va a pasar nada, gringo.-Digo soltandome de su agarre.

-Tenemos al Teca detrás de nosotros. No te vas a ir así.

Veo que se sube al asiento del copiloto y cierra la puerta. Estoy un poco molesta con él y apretando los dientes le digo:

-¡Gringo! ¡No seas necio!

-Es que estás enojada conmigo y si no quieres, no me hables pero no te voy a dejar sola.

-Bueno pues.

Enciendo la radio para perderme en la música y olvidarme de todo. La letra me trae bonitos recuerdos, él siempre me tuvo como su correcta, y no es así, no siemore tendré la razónny eso lo aprendí a golpes. Daniel, ¿por qué desconfías de mí? ¿Por qué? Entonces lo recuerdo: la explosión de la lancha y ese sentimiento de culpa porque pasó todo eso, mi Danielito creció sin un padre. Paramos en un semáforo y una lágrima cae por mi mejilla y siento el tacto de sus dedos limpiándola. Agarra mi mano fuerte y me mira con el ceño algo fruncido, me suelto de su agarre y miro a las personas caminando.

-¿Sabes, Daniel? Te entiendo porque yo ya te fallé antes-Digonsin mirarlo-y nos costó muy caro: muchas lágrimas, mucho dolor, reproches, pesadillas, sueños rotos y tienes miedo y tienes miedo de que te vuelva a hacer daño porque al fin y al cabo, yo llegué a tu vida para desordenarlo todo-Le digo y me obligo a mirarlo-Tú estabas en El Paso, tenías un trabajo estable, una casa y nadie te perseguía. Míranos ahora: huyendo, como siempre.-Digo mientras cierro los ojos. Siento que agarra mi mano y la besa.

-No te enfoques en lo malo-Dice muy calmado- Yo tenía todo eso, sí, pero mi vida estaba vacía. No había amor, ese amor que tú me entregaste y no me importa vivir así con tal de estar contigo-Siento como su mano agarra mi mandíbula, yo me giro a verlo - porque he reconstruido mi vida gracias a ese amor que ha sido mi fuerza para no morirme. Te tengo a ti, tengo a mis hijos, Danielito y Diego, una familia al lado de la mujer que amo y no quiero nada más que eso, creo que siempre quize esto, solo que no lo sabía a ciencia cierta hasta que te conocí, conocí mi propia casa, y no hablo de un lugar , hablo de un estado, de estar en paz donde sea que estemos.

-Pero siempre sales afectado cuando estas en ese hogar-Digo recordando el daño que le he hecho.

-Pero siempre regreso. ¿Sabes? Yo recuerdo que cuando pasó lo de la explosión.

El semáforo cambia y avanzo unos diez metros. Sigo escuchando a Daniel:

-Cuando me estaba muriendo, tuve dos recuerdos: el primero fue cuando conocí a Diego y lo llevamos para el rancho. Y el segundo fue esa vez que llevamos a Dieguito al parque en McAllen como una familia y te dije: "Cuando seas mamá, te vas a poner más guapa" siempre supe que ibas a ser una gran mamá.

-¿En serio lo recuerdas?-Le digo riendome con los ojos llorosos..

-Sí, era mi más grande deseo y ahora es nuestra realidad. En ese momento en que me estaba muriendo, en que pensé que ni la iba a librar y que me iba, recordé lo más importante para mí: tú y mis hijos.

-Pero, Daniel, yo no te hago bien.-Digo cansada de solo hacerle daño, sé que lo puedo salvar aún, si esta vivo estará bien,

-Estás equivocada.-Dice firme y viendome.

-Hagamos algo.-Digo con un suspiro agotado, quiero que me entienda.

-¿Qué?

-Te voy a llevar a un lugar y ahí hablamos ¿si?

-Sí, señora.

Conduzco hasta una colina con flores donde se ve parte de la ciudad. Cuando nos bajamos, yo me dirijo hasta el maletero de la camioneta y me digo a mí misma:

-Con un poco de suerte, está aquí.

-¿Quién?-Pregunta Daniel viendo a su alrededor con sus aires de policía.

Me da risa porque piensa que es una persona. Dejo salir una pequeña carcajada y le digo:

-No es "quién", sino el "qué".-Le digo mientras le guiño un ojo y sigo buscando en el maletero.

-No entiendo.

-El mantel para picnics, menso.Le digo entre carcajadas y al escucharme, él de ríe conmigo.

Encuentro el mantel y digo:

-¡Lo encontré! Sí estaba aquí. ¡Anda! Ayúdame a ponerlo para que podamos hablar más tranquilos.

-Vas.

Ponemos el mantel y ambos nos sentamos sobre él. Respiro profundo y cierro los ojos para sentir la fresca brisa en mi cara cuando lo escucho decir.

-¡Qué lugar tan bonito!.

-Aquí venía a pensar cuando estaba triste y no quería que Danielito me viera mal-abro mis ojos y lo miro.

-Eres muy fuerte. Mira, yo estuve poco más de una semana sin ti y casi me da algo. Sin embargo, tú aguantaste tanto tiempo, y encima cuidando a Dani. -Dice recordando mi estancia en la "cárcel militar", vaya mentira,

-Yo me hubiera matado de no ser por él. Pienso que me dejaste una razón para vivir porque cuando lo veo, te veo a ti y me da paz.

-Me pasa lo mismo... Baby, ya no peleemos; no me gusta.-Dice agarrando mi mano de repente.

-¿Tú crees que a mí me gusta? No, no me gusta., pero debemos plantearnos que tan segura es esta relación.

[1] Cenizas de un lazo de Acero [Señora Acero: la Coyote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora