Ni siquiera los Dioses fueron capaces de explicar lo que pasó esa noche y ella tuvo que vivir condenada a cargar con su pasado incierto en un mundo que no estaba listo para entenderla.
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"Porque el amor nos salva a todos de la autodestrucción"
La sala de control estaba totalmente tranquila hasta que el joven que se dedicaba a traer cafés se desmayo al ver por error como un joven cortaba la garganta de su compañera y la dejaba muerta en el suelo como si se tratese de una remera vieja.
-El equipo violeta.- Alarmó uno de los profesores. -Manden refuerzo ahora mismo, tenemos heridos y probablemente muertos.-
Leyn buscó en las cámaras de seguridad que estaban instaladas por todo el monte del Sol lo que había sucedido y no pudo evitar estremecerse de pánico al ver que Hoseok estaba allí, pero se relajo unos segundos después de notar que nada le había ocurrido a su estudiante.
-Diablos, esto es mucho más salvaje que los años anteriores.-
-Nunca habíamos tenido muertes en el primer día, es una locura.-
-Esta generación tiene verdaderos prodigios pero es igual de peligrosa.-.
Los comentarios entre los profesores y algunos guardianes que sólo veían a moniteorear las cámaras no podían dejar pensar a Leyn, había algo que no tenía sentido.
¿Por qué ese chico mataría a su novia a sangre fría?
Repitió las grabaciones una y otra vez y estuvo apuntó de rendirse hasta que vio algo que cambió por completo la historia.
Unos segundos antes de la muerte, Arthur le susurra algo al chico y Leyn podía reconocer un sansie de persuasión a distancia, era una de sus técnicas favoritas.
Llevaron al joven a enfermería para intentar salvarlo, pero Anbei y Fred estaban muertos. Ambos habían perdido demasiada sangre cuando llegaron a enfermería y las lágrimas no pasaron desapercibidas en sus profesores, perder a un estudiante después de cinco años de prácticamente criarlo era como perder parte de tu propia alma.
Leyn fue a darles sus condolencias a ambos profesores, pero no tuvo el corazón para explicar que quizás el líder no era el asesino. Sabía que debía dejarlos sentir su dolor hasta que estuvieran listos, porque podían ser guardianes repletos de energía y poder pero aún así tenían corazón humano y el sifrimiento se sentía de igual forma.
Saran se acercó a Leyn al verlo pasar y no pudo evitar pensar que el estaría incluso más que afectado por todo.
-Ellos estarán bien.- Susurró con una amabilidad que solo Leyn tenía el privilegio de escuchar. Saran acarició con cuidado su brazo izquierdo y la piel de peliblanco se tensó al instante por sentirla. -Te lo prometo.-
Sabía que no debía hacerlo, pero el miedo y los nervios podían hacerle perder la cabeza a cualquiera, incluso a Saran. El contacto de sus labios rozando con suavidad su mejilla fue doloroso y nostálgico, ambos recordaron lo que sentía besarse y quisieron volver el tiempo atrás, donde todavía lo suyo era mágico.
Saran se desapareció entre la multitud alterada y los gritos, mientras que Leyn volvió a monitorear las cámaras. Hace muchos años que ambos dejaron de ser niños y los problemas emocionales habían perdido el peso que tuvieron en ese entonces.
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